En los Tribunales de San Martín se siguen hilando los testimonios de soldados conscriptos que cumplieron el Servicio Militar Obligatorio entre 1976 y 1978 en Campo de Mayo. Los relatos en los juicios de lesa humanidad continúan su curso para determinar las responsabilidades por los “vuelos de la muerte” realizados en la última dictadura cívico-militar. En esta ocasión P.L. relató el infierno de aquellos años.
Durante ese período de tiempo, desde esa guarnición militar se desapareció a detenidos clandestinos en dichos vuelos.
En este sentido, los recuerdos siguen atormentando a algunos de los soldados que prestan sus testimonios. Tal es el caso de P.L., el exsoldado que confirmó haber visto cómo bajaban personas moribundas de camiones estacionados cerca de la pista de aviación y las subían a aviones que partían y volvían vacíos.
P.L. tenía 21 años cuando fue designado a la Compañía de Servicios del Batallón de Aviación del Ejército 601, en Campo de Mayo para cumplir el servicio militar obligatorio. Corría el año 1976 y allí estuvo durante 14 meses y hacía tareas de abastecimiento de combustible para los aviones y helicópteros de la guarnición.
Esta labor le permitió ser un testigo fundamental para determinar muchos puntos claves de las atrocidades realizadas en aquél momento.
P.L. aportó datos principales para las investigaciones pertinentes. El testigo logró dar nombres y confirmó que el aviador militar retirado Luis Del Valle Arce, uno de los acusados en el juicio, era el jefe del Batallón en 1976. Y que Delsis Malacalza "era mayor" cuando él estaba en el Servicio.
Había vuelos nocturnos, y yo esperaba en una playa donde teníamos los tanques, al lado donde estaban los bomberos de la Policía Federal
Así recordó P.L., y agregó que en más de una ocasión, pudo divisar que en los camiones que llegaban a Campo de Mayo para abastecer de alimentos a la guarnición, iba gente que caminaba con dificultad: “Los hacían bajar del camión y los hacían subir al avión Twin Otter”. Según testificó, esta operación la realizaban al menos tres o cuatro veces por noche, y el avión regresaba vacío.
Hoy, P.L. tiene 65 años y solicitó que su testimonio no fuera transmitido. Si bien, al comienzo, su relato se caracterizó por los titubeos, a lo largo del testimonio fue encrudeciendo el recuerdo de los hechos vividos en la época más oscura de nuestra historia argentina.