La Moricandia arvensis, también conocida como collejón, es una especie de planta perenne, que se encuentra principalmente en el Sahara, África del norte y en el sudeste de España. Se caracteriza por sus largos tallos, pero flexibles, que alcanzan hasta los 75 centímetros de altura. Se adapta a cualquier suelo y es beneficiosa para la naturaleza.
Gracias a su lugar de origen esta planta es capaz de prosperar en territorios secos, pobres o de suelos con yesos. Posee tallos muy ramificados, sus hojas alternan entre obovadas, obtusas o de base colorada; y sus flores surgen en racimo ebractreado hermafroditas, actinomorfas o bilaterales.
Collejón: secretos y guía de cuidados
El ciclo de vida de esta especie es de uno o dos años, alcanzando en dicho período un tamaño que va de los 30 a 80 centímetros. Su belleza principal radica en sus flores de cuatro pétalos que se agrupan en ramilletes en la parte superior de los tallos, se encuentra en tonalidades blancas, rosa pálido o lila.
Para los cuidados de esta planta es importante que repose en lugares soleados, ya que necesitan diariamente dosis de 6 horas de sol directo. En cuanto al suelo no son para nada exigentes, solo se necesitará que el sustrato tenga una buena capacidad de drenaje para no conservar humedad.
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La referencia para la cantidad de riegos necesarios la dará la tierra de la Moricandia arvensis, nunca debe estar seco por completo, pero a la vez se deben evitar encharcamientos. Se desarrollará sin la ayuda de fertilizantes, revistiendo a esta especie de sencillos cuidados para que florezca.
Es una planta sumamente resistente también con las plagas y enfermedades, solo habrá que prestar especial atención a los pulgones y orugas. Se deberá inspeccionar casi a diario entre sus hojas y tomar medidas de inmediato para evitar la proliferación de insectos.
Su gran aporte a la naturaleza es gracias a sus nutrientes, las flores de esta planta son ideales para los insectos polinizadores, destacándose la presencia de abejas o mariposas. En caso de contar con esta especie será habitual apreciar alguno de estos insectos beneficiándose de sus propiedades.
En los jardines del hogar la Moricandia arvensis es una planta que no puede faltar entre la vegetación, no solamente por su valor ornamental y la particular belleza de sus flores violetas, sino también por valor ecológico para el suelo y los insectos polinizadores.