Ginkgo biloba es una de las especies de árbol vivo más antiguas que se conocen y la única especie no extinta de la clase Ginkgopsida, tanto así que su presencia en el registro fósil data desde hace 290 millones de años.
Si bien en algún momento al Ginkgo biloba se lo creyó extinto, en 1691 reapareció en Japón y desde entonces es conocido como el árbol inmortal por haber resistido una gran cantidad de sucesos históricos, entre ellos, el estallido de la bomba de Hiroshima.
Sin embargo, además de que no muestra signos de envejecimiento, diversos estudios sostienen que el Ginkgo biloba presenta propiedades medicinales sumamente beneficiosas para el organismo, siendo así uno de los remedios de fitoterapia y homeopatía de mayor uso.
Entre sus efectos, se dice que las semillas que provienen de este árbol han demostrado ser muy efectivas para combatir las flemas en ataques asmáticos, la bronquitis y las alegrías severas.
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Por otro lado, algunos artículos señalan que en las hojas de este árbol contienen flavonas, por lo que comúnmente se las utiliza para aliviar trastornos de circulación, inflamaciones reumáticas y problemas de la piel.
Si bien no existe unanimidad científica sobre algunos de los beneficios y algunos de los efectos del Ginkgo biloba, hay testimonios que aseguran que se trata de una especie que puede ayudar a combatir la depresión y la falta de memoria cuando existen alteraciones vinculadas al envejecimiento.
Lo cierto es que como se trata de un remedio natural muy efectivo para aliviar y contrarrestar distintos malestares que surgen ante el paso del tiempo, se dice que este es el gran secreto para la longevidad y el bienestar.
En Argentina
Afortunadamente, este árbol cuyas hojas se tornan amarillas en primavera y parecen flores, tiene algunos ejemplares en Latinoamérica y varios lugares de Argentina, en donde acapara la atención de todos por su descomunal belleza.
Se dice que en la provincia de Buenos Aires podemos verlo frente al cementerio de la Recoleta, en la Plaza República de Chile, en el Barrio Parque, en los Bosques de Palermo y en el Jardín Botánico.
Lo cierto es que más allá de su valor decorativo, no quedan dudas de que este árbol es un verdadero regalo de la naturaleza por su resistencia al paso de los años y, principalmente, por sus valiosas propiedades medicinales.