De un tiempo a esta parte, la ciencia busca conocer con mayor precisión la actividad de los cuerpos que nos rodean en el universo, entre ellos el sol.
En ese sentido, el astro central de nuestro sistema ha mostrado un notable crecimiento en su actividad en los últimos años, poniendo en alerta a la ciencia.
Desde el 2019, el sol ha entrando en los que se conoce como su etapa de mayor actividad (la cual varía cada 11 años). Si bien los científicos habían predicho este cambio, lo cierto es que los resultados no son lo que se esperaba.
Como parte de su composición, el sol combina un cúmulo de plasma impulsado por una fusión que lo hace estar en una actividad constante.
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Sin embargo, la evolución de la ciencia ha determinado que la estrella central del sistema, pasa de un estado de letargo a una actividad más intensa cada 11 años, siendo la predicha para el 2019 por la que le toca atravesar en la actualidad.
Pero pese a que la ciencia esperaba tal actividad solar, la cuestión es que el sol ha demostrado una inestabilidad mayor a la esperada, preocupando a la comunidad científica que aún hoy busca entender con mejores datos su actividad cíclica.
Futuro incierto
Como consecuencia de la actividad del sol, durante la etapa más activas se pueden vislumbrar sobre su superficie, manchas negras o erupciones de plasma que emergen desde su interior.
Si bien estos indicios han sido detectados por la ciencia, las predicciones esperaban que la actividad sea mucho menor a la que se ha registrado en este tiempo. En cuanto a esto, los científicos manifestaron que ya se han alcanzado niveles no vistos en 20 años, llegando a su pico en el venidero 2024.