Desde el inicio de los tiempos, la humanidad ha buscado dilucidar el origen del universo para conocer más a fondo que es lo que no rodea más allá de los límites de nuestra atmosfera.
A raíz de ello, muchas teorías se han ido decantado en base a la investigación científica y las continuas investigaciones por parte del hombre para conocer el origen y conformación del universo.
Pero dentro de las hipótesis planteadas, una de ella emite a que el universo podría ser algo más que un simple grupo de partículas que viajan por el espacio exterior, gobernadas por las leyes de la física.
Algunos científicos se han atrevido a plantear que la interacción entre los objetos que conforman el universo, son parte en realidad de un ser vivo mayor. Para ello, la clave se centra en la posibilidad de compararlo con la mente humana.
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Esta teoría tiene su base hace miles de años atrás, planteada en principio por el filósofo presocrático Anaxágoras (500- 428 a.C.). Sin embargo, muchos científicos la han ido alimentando a los largo de los siglo para encontrar una explicación lógica para este fenómeno.
El neurocientífico Bobby Azarian es uno de los que ahondó en este tipo de estudios, en la cual cabría la posibilidad de aunar la relatividad de Einstein y la mecánica cuántica.
Las claves de la teoría
Según el propio Azarian, hay vastas pruebas de que el universo podría ser una especie de ser pensante autónomo. Esto se basa en las similitudes morfológicas que se han encontrado con el cerebro humano.
Entre las conclusiones, los expertos han esbozado la posibilidad de que el universo puede comportarse como una especie de supercomputadora cósmica capaz de transmitir información e incluso evolucionar.
Sin embargo, aunque exista la posibilidad de que el propio universo ha seguido los pasos de la evolución humana, una de las grandes incógnitas que aún quedan por dilucidar es si posee la capacidad de tener una conciencia propia.