El gato es un animal sociable, pero con un carácter muy especial, ya que disfruta de tener cierta independencia. Ante esto, si lo eliges como mascota, debes lograr un vínculo basado en la confianza, el amor y el respeto.
Con esta breve introducción pretendemos meternos de lleno sobre un tema que habilita un sinfín de consultas: las caricias. Sucede que el gato, en ocasiones, demuestra que quiere ser acariciado, pero hay ciertas zonas con las que debes tener mucho cuidado, por ejemplo, su panza.
Es que, sin lugar a dudas, ver al animal panza arriba no impulsa a querer acariciarlo para demostrarle nuestro amor y cariño. Sin embargo, para algunos de ellos esto puede resultar bastante molesto.
Claro que esto depende mucho del carácter que tenga cada “minino”, pero según el video que compartió la veterinaria María Fernanda Veiga en su Instagram, cuando estas mascotas exhiben a pleno su barriga, es una clara muestra de la gran confianza que siente en ti. No obstante, si procedes a hacerle caricias en esa zona y notas que se muestran incómodos, debemos dejar de hacerlo de inmediato.
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Este comportamiento se debe, siguiendo con la explicación de la experta, a que se trata de una de las partes más vulnerables del cuerpo del animal, entonces, se siente indefenso y por eso podría reaccionar de manera defensiva, como por ejemplo, con un arañazo o mordisco.
A modo de cierre podemos decir que lo ideal será observar con detenimiento el comportamiento de tu gato, ya que de esa manera podrás saber si le gusta o no ser acariciado en la barriga y en caso que se muestre incómodo, no te preocupes, seguramente habrá otras zonas de su cuerpo en donde le guste recibir caricias.
Cómo reconocer su molestia
Algunos artículos señalan que, además de la barriga, a la mayoría de los gatos no les gustan las caricias en el lomo y la base de la cola y por eso será fundamental observar su comportamiento, ya que si exhibe algunos signos de rechazo o tensión, te intenta manifestar que dejes de hacerlo.
En ese caso, tu gato puede ignorarte mirando hacia otra dirección, se lame la nariz, se asea repentina y apresuradamente durante poco tiempo, se le eriza el pelo, contrae la espalda, aplana las orejas, gira bruscamente la cabeza para enfrentarte o, en el peor de los casos, te muerde o rasguña.