La Calceolaria es una planta herbácea que pertenece a la familia Scrophulariaceae y que tiene sus orígenes en las regiones montañosas de América del Sur. Su nombre común, zapatito de Venus, hace referencia a la forma singular y curiosa de sus flores, que se asemejan a pequeños bolsillos o zapatos. Estas flores pueden tener diversos colores, desde el amarillo al rojo, pasando por el naranja, el rosa y el blanco. Algunas variedades incluso presentan manchas o rayas que las hacen más llamativas.
La Calceolaria es una planta muy apreciada por su valor ornamental, ya que aporta color y belleza al jardín. Sin embargo, no es una planta muy fácil de cultivar, ya que requiere de ciertos cuidados específicos para mantenerse sana y florecer. A continuación, te explicamos cuáles son las características y cuidados de la Calceolaria, así como también algunos secretos para que puedas incorporarla en tu jardín.
Características de la Calceolaria
La Calceolaria es una planta perenne que puede alcanzar una altura de entre 20 y 40 centímetros. Sus hojas son opuestas, ovaladas y de color verde brillante, con los bordes ligeramente dentados. Sus flores se agrupan en inflorescencias cimosas o solitarias, y tienen una forma bilobulada que recuerda a un zapatito o un bolsillo. Su floración se produce principalmente durante la primavera y principios del verano.
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La Calceolaria es una planta que necesita un ambiente húmedo, fresco y sombreado, ya que no tolera el sol directo ni las temperaturas extremas. Su hábitat natural son los bosques de montaña del sur de América, donde crece en suelos ricos en materia orgánica y bien drenados. Por ello, si queremos cultivarla en nuestro jardín, debemos recrear estas condiciones lo mejor posible.
Cuidados de la Calceolaria
La Calceolaria es una planta que requiere de los siguientes cuidados para su correcto desarrollo:
Luz: la Calceolaria necesita una exposición luminosa, pero sin sol directo. Lo ideal es ubicarla en una zona sombreada o semisombreada del jardín, donde reciba la luz filtrada por los árboles o las plantas más altas.
Suelo: la Calceolaria prefiere un suelo rico en materia orgánica, bien drenado y con un pH neutro o ligeramente ácido. Podemos mejorar el suelo con abono orgánico, como compost o humus de lombriz, o con perlita o arena para facilitar el drenaje.
Riego: la Calceolaria necesita un riego frecuente pero moderado, manteniendo el suelo húmedo pero sin encharcarlo. Es importante evitar mojar las hojas y las flores, ya que pueden pudrirse o mancharse. También es conveniente usar agua de lluvia o sin cal, ya que la cal puede dañar la planta.
Temperatura: la Calceolaria es una planta que no resiste el frío ni el calor extremos. Su temperatura óptima se sitúa entre los 15 y los 25 grados centígrados. Si vivimos en una zona con heladas, debemos proteger la planta con un acolchado orgánico o trasladarla al interior durante el invierno.
Fertilizante: la Calceolaria es una planta que necesita un abonado regular durante su floración, para estimular su crecimiento y prolongar sus flores. Podemos usar un fertilizante específico para plantas de flor, siguiendo las indicaciones del fabricante, o un fertilizante orgánico líquido, como el guano o el té de compost.
Poda: la Calceolaria no necesita una poda específica, solo hay que retirar las hojas y las flores secas o dañadas para mantenerla limpia y sana. También se puede recortar ligeramente la planta después de la floración para favorecer su rebrote.
Plagas y enfermedades: la Calceolaria es una planta que puede sufrir el ataque de plagas como los pulgones, las cochinillas o los ácaros, que se alimentan de su savia y debilitan la planta. Para combatirlos, podemos usar insecticidas ecológicos, como el jabón potásico o el aceite de neem, o remedios caseros, como el ajo o la cebolla. También puede padecer enfermedades causadas por hongos, como el oídio o la botritis, que se manifiestan por manchas blancas o grises en las hojas y las flores. Para prevenirlas, debemos evitar el exceso de humedad y mejorar la ventilación de la planta. Para tratarlas, podemos usar fungicidas ecológicos, como el bicarbonato o la cola de caballo.
Cómo incorporar la Calceolaria en el jardín
La Calceolaria es una planta que puede aportar mucho color y encanto a nuestro jardín, gracias a sus flores en forma de zapatitos. Podemos incorporarla de diferentes formas, según nuestro gusto y espacio disponible. Algunas ideas son:
En macetas: la Calceolaria se puede cultivar en macetas o contenedores, siempre que tengan un buen drenaje y un sustrato adecuado. Podemos colocarlas en balcones, terrazas o patios, donde reciban una buena iluminación pero sin sol directo. También podemos combinarlas con otras plantas de flor, como los pensamientos o las petunias, para crear composiciones más vistosas.
En borduras: la Calceolaria se puede usar para delimitar los bordes de los caminos, los parterres o las zonas de césped, creando un contraste de color y forma con las plantas más altas. Podemos elegir variedades que armonicen con el resto del jardín, o que destaquen por su intensidad.
En rocallas: la Calceolaria se puede integrar en las rocallas o los jardines alpinos, donde se mezcla con las piedras y las plantas crasas. Podemos elegir variedades que se adapten al clima y al suelo de estas zonas, y que aporten un toque de color y originalidad.
En macizos: la Calceolaria se puede plantar en grupos o masas, formando macizos florales que llamen la atención por su belleza. Podemos combinarla con otras plantas perennes o anuales, como las margaritas, los claveles o las begonias, para crear un efecto más dinámico y variado.
Estas son solo algunas de las formas de incorporar la planta Calceolaria en nuestro jardín. Lo importante es elegir un lugar adecuado para su cultivo y proporcionarle los cuidados que necesita para que nos deleite con sus flores en forma de zapatitos. ¿Te animas a probarla?