Entre las especies más solicitadas por su impresionante valor ornamental, aparece la vinca rosada, una planta nativa de Madagascar, que con su encantadora apariencia se convierte con facilidad en el centro de atención de cualquier jardín.
Sin embargo, además de su distinguido rol como una especie ideal para la decoración del hogar, la vinca rosada es una planta medicinal muy valiosa sobre la cual se realizan estudios constantes.
Es que se trata de una especie que se fue instalando en muchas regiones tropicales y subtropicales en todo el mundo y por eso puede resultar muy usual verlas como una encantadora especie de decoración.
Esto tiene que ver con que sus flores de color rosa con el centro rojo más oscuro, las cuales florecen en primavera, son sumamente atractivas, e incluso su tono puede variar dependiendo del tipo de suelo en la que la plantemos.
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En cuanto a sus hojas, las cuales son perenne y de color verde brillante, producen ciertos alcaloides muy valorados en la industria farmacéutica por sus propiedades para tratar algunos tipos de cáncer.
Tal es así que tiempo atrás la Universidad Nacional del Litoral decidió avanzar con una investigación para conseguir que las plantas de vinca rosada produzcan una mayor cantidad de este valioso compuesto que se emplea durante la quimioterapia.
En conclusión, además de ser una bonita especie que se caracteriza por tener un prolongado período de floración, de aproximadamente un año en condiciones tropicales; cuenta con ciertas propiedades medicinales sumamente útiles y necesarias para la salud.
Por lo que ubicarla en el jardín de su hogar para que despliegue su belleza, será un verdadero lujo para cualquier amante de las plantas con flores y de la decoración.
Cuidados
Para que la vinca rosada se vea siempre radiante es fundamental ubicarla en un sitio donde reciba sol pleno, en un suelo bien drenado y en un ambiente con elevados niveles de humedad.
En cuanto al riego de esta valiosa planta medicinal, lo mejor es hacerlo por la mañana para que el agua de las hojas se evapore por la noche y así, entre riego y riego, darle tiempo para que el sustrato adquiera el oxígeno necesario para su óptimo desarrollo.