El árbol Dracaena cinnabari, conocido popularmente como árbol sangre de Dragon o Drago, es una especie de planta perenne. Originario del archipiélago de Socotra, esta planta es un símbolo cultural. Tiene una gran historia de uso comercial, también se utilizaba con fines medicinales y en antiguos rituales.
Se ubica en el archipiélago de Socorota un lugar único en nuestro planeta y en el cual hay un 37% de especies vegetales que no existen en otro lugar del mundo. Si tienes la posibilidad de conocer este exótico árbol, disfruta al máximo de su belleza porque tal vez en unos años desaparezca.
Este árbol se caracteriza por su densa copa en forma de paraguas con hojas gruesas coriáceas de color verde griseado. Crece de manera muy lenta (1 metro por década), pero puede alcanzar los 18 metros de altura.
El nombre sangre de Dragon proviene de su espesa savia color roja que, durante mucho tiempo, su origen fue un misterio y la gente creía que era sangre de Dragon.
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Los antiguos griegos la utilizaban para curaciones y rituales de magia y alquimia. Un tiempo más adelante, la savia se comenzó a utilizar y comercializar para otros fines, como la pintura y el barnizado.
Clima ideal
El clima tropical monzónico se destaca por traer nubosidad, lloviznas y nieblas marinas a la isla en la que está ubicado este árbol. Las hojas de este interceptan la humedad transportada por el aire y la canalizan hacia sus raíces.
En la temporada de verano, el árbol sangre de Dragon florece, sus flores que surgen de racimos terminales son de color blanco. Los frutos carnosos minen entre 1 y 1,5 centímetros y son de forma redonda y color anaranjado.
En peligro de extinción
Lamentablemente este histórico árbol corre el riesgo de desaparecer. Si bien esto puede ocurrir en el año 2080, actualmente hay menos de 80 ejemplares, de los cuales, aproximadamente, 63 nunca han florecido.
Como te dijimos antes es un árbol que crece muy lento y vive muchísimos años, su tasa de reproducción es sumamente baja. Sumado a esto, el cambio climático de las últimas décadas influyo muchísimo en su hábitat natural. Socotra se está secando, y la temporada del monzón, que alguna vez fue confiable, se está volviendo errática e incierta.
En los próximos 60 años el árbol podría perder el 45% de su hábitat potencial y es posible que esta especie no se salve. A menos que se tomen medidas contra el cambio climático, el futuro de este antiguo árbol está en riesgo.