El empate 2-2 entre Boca Juniors y Benfica en la primera fecha del Mundial de Clubes no solo ofreció emociones dentro del campo, sino también fuera de él. El técnico portugués Bruno Lage resumió el encuentro con una sola palabra: "enérgico". Y no le faltó razón.
El partido estuvo marcado por la fricción física, las protestas al arbitraje y el constante cambio en el marcador. Sin embargo, lo que más llamó la atención fue el imponente marco que generó la hinchada de Boca, que logró transformar el estadio en un territorio casi propio. Lage no ocultó su admiración por el ambiente y reconoció que la intensidad del público xeneize hizo que Benfica se sintiera como visitante.
Otro gran protagonista de la noche fue Nicolás Otamendi, quien mantuvo un duelo especial con los hinchas boquenses. Como confeso simpatizante de River Plate, fue abucheado durante todo el partido, pero tuvo su revancha al marcar el gol del empate definitivo. "Me silbaron todo el partido, pero se dio que yo tuviera que hacer el gol. Me voy muy feliz", expresó tras el encuentro.
El choque entre argentinos y portugueses dejó claro que este Mundial de Clubes promete emociones fuertes. Boca, con el respaldo de su apasionada hinchada, y Benfica, con su estilo de juego dinámico, regalaron un espectáculo vibrante que dejó a todos con ganas de más.