La bajante del Río Paraná es una situación que preocupa mucho. Se trata de la bajante hídrica más resonante de los últimos 77 años. Según anunciaron los especialistas, esta crisis hídrica podría comenzar a estabilizarse a fin de año.
En este sentido, el Río Paraná presentará durante los próximos tres meses situaciones críticas respecto del abastecimiento y la calidad del agua potable, a lo que se suma la navegación, las operaciones del puerto, el ecosistema y la producción de energía hidroeléctrica.
Por otra parte, el Instituto Nacional del Agua (INA) indicó que existe una tendencia descendente de aguas. Esta durará tres meses, en todos los sectores del Río Paraná.
Además, en las últimas semanas llovió más de lo previsto en Brasil. Por este motivo se estima que, a comienzos del 2022, la situación podría cambiar. Sin embargo, la crisis no desaparecerá.
El INA comunicó que esta crisis afecta a toda la cuenca, la cual abarca tres millones de kilómetros cuadrados. Si bien durante los últimos dos años se han registrado lluvias muy escasas, la situación se agravó este año, cuando el río marcó profundidades muy preocupantes.
El panorama resulta alarmante, ya que el Servicio Meteorológico Nacional estimó que las precipitaciones en la cuenca del Río Paraná se mantendrán con niveles inferiores a los normales en el sur y norte del Litoral.
Las consecuencias económicas
Asimismo, confirmaron que desde el inicio de la bajante extraordinaria, además, se incrementó de manera importante la cantidad de varaduras registradas, debido a las dificultades para navegar con seguridad y poder llegar a los puertos de las provincias afectadas.
De esta manera, el Gobierno declaró el Estado de Emergencia Hídrica con una vigencia de 180 días. Esto autoriza a los Ministerios y Organismos Nacionales a adoptar las medidas correspondientes, dentro del ámbito de sus respectivas competencias, con el objeto de afrontar la emergencia.