Con su desdén tradicional, Beatriz Sarlo se mostró fría, sexista, clasista, misógina y cipaya ante la noticia del embarazo de Fabiola Yáñez, la primera dama, que cursa la décima semana de gestación. En primer lugar, la intelectual de derecha criticó al presidente de la Nación por haberlo anunciado.
Por tal motivo, la escritora conservadora, en entrevista con Todo Noticias (TN), expresó con desprecio anoche: "Bajá la noticia, Fernández. No seas descerebrado. El presidente debería practicar una mirada de solidaridad con el país que está gobernando. La política, para mí, debería ser el silencio. Que el próximo niño o niña Fernández-Yañez nazca en silencio". En silencio nacían bebas y bebés que se apropiaban en dictadura.
Resulta, como mínimo, curioso pensar que algo tan importante como la potencial paternidad de una figura pública que ejerce nada menos que el cargo de presidente de la Nación debería mantenerse en secreto. Esta noticia, claramente, es de interés público y le incumbe al pueblo argentino, por más que no sea una prioridad.
Pero querer "meter un embarazo debajo de la alfombra" suena bastante familiar, ya que eso es lo que hizo el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, con su hijo extramatrimonial. La diferencia es que el embarazo de Fabiola es producto de una relación visible con Alberto Fernández.
En torno a la misoginia de su mensaje, la ensayista arrojó: "En todos los lugares del mundo eso se comunica, pero no con personajes tan secundarios y desvaídos como la primera dama, a la cual nunca le escuché la voz. ¿Vos le escuchaste la voz?".
La crítica literaria profundizó sus prejuicios y adjudicó el embarazo a un intento de lavada de cara de la imagen presidencial. Más allá de eso, opinó: "Esta foto se va a consumir muy rápido" y sugirió que a las personas en situación de pobreza no les iba a importar.
"Es probable que ya cuando se aproxime el parto y se vea más la panza la gente comience a ablandarse y a enternecerse; eso sucede, aunque no me imagino que suceda en otros países, como en Alemania", prosiguió con su cipayismo.
Por último, sentenció: "Mi idea es más bien imposible: que el 'primer damo' de esa primera dama modere las cuestiones y le diga al periodismo: 'No vamos a mostrar el nacimiento, ni fotos de las primeras horas; y tampoco vamos a adelantar el nombre o el sexo'. En este país nacen chicos que se mueren". Sin embargo, no parece haber un nexo argumental entre su resistencia a que el hecho se haga público y la situación socioeconómica.