Con el fin de brindar apoyo a los asaltantes de la sede del Congreso de EE.UU. el pasado 6 de enero, cerca de 400 protestantes se congregaron frente al Capitolio, un número mucho menor al que se esperaba.
Las autoridades, sin embargo, decidieron tomar medidas preventivas para evitar cualquier hecho violento. Además, el secretario de Defensa, Lloyd Austin, movilizó a 100 efectivos de la Guardia nacional para ayudar a la policía si fuera necesario.
El objetivo de la protesta era respaldar a quienes fueron arrestados durante el asalto, y que, actualmente, están encarcelados, además de las más de 600 personas que se encuentran imputadas. Para los organizadores, se tratan de “presos políticos”.
Ningún legislador del Partido Republicano se hizo presente en la manifestación, ni siquiera Marjorie Taylor Greene, la congresista simpatizante del movimiento conspiratorio QAnon y una de las políticas republicanas que más apoyo ha manifestado a los detenidos.
Conspiraciones
La baja participación puede explicarse por el hecho de que muchos comentaristas de internet, populares entre la extrema derecha, rechazaban la protesta argumentando que esta había sido planificada por las fuerzas de seguridad para atrapar a partidarios de Trump. Otros incluso afirmaban que el acto era organizado en secreto por el FBI.