El cantante Leo García comunicó que fue víctima de un ataque homoodiante en General Rodríguez, su lugar de residencia, a través de una serie de videos en su cuenta personal de Instagram.
El artista relató el ataque con su cara golpeada y ensangrentada. "Esto no es un maquillaje, es cómo me dejaron", señaló, al tiempo que contaba que se había acercado a hablarle a un chico antes de recibir la paliza.
"Cuando le tiré una onda gay, así me respondieron", indicó. Luego afirmó: "La homofobia no para más!". Tal es la violencia que a Leo García ni siquiera la fama lo dotó de inmunidad para recibir golpes, como les pasa a otros; mientras tanto, el homoodio sigue gozando de impunidad.
El domingo pasado fueron las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias: un precandidato, que se presentó por primera vez, cosechó un gran porcentaje de votos con un sinnúmero de apariciones públicas reaccionarias.
La candidatura de Javier Milei, que llegó adonde está con discursos nazis, homoodiantes y destructivos para con las instituciones y para con el pueblo, refleja la derechización de las masas, que en pandemia proliferaron un nivel de odio pocas veces visto en la sociedad civil.
El disciplinamiento del deseo homosexual es una muestra más de la intolerancia heterosexista, de una hegemonía que solo habilita una identidad sexual posible: la heterosexualidad cis.
Pero la heterosexualidad no es una mera orientación sexual, es un mecanismo de poder, una forma de construcción de relaciones sociales y productivas. Como decía Monique Wittig, la heterosexualidad es "un régimen político".
En el ataque homoodiante, la heterosexualidad se manifiesta como un imperativo, como una muestra de que no le alcanza con ser por sí misma, sino que debe ser obligatoria.