La organización de los y las trabajadoras argentinas tiene una historia extensa que tiene sus orígenes en los primeros gobiernos de Juan Domingo Perón que brindó las herramientas políticas y sindicales para la lucha de mejoras en las condiciones de vida de los trabajadores.
Es esta particularidad de los trabajadores argentinos lo que da origen a las organizaciones que ahora forman parte de la economía popular. Una fuerza que empuja desde adentro y para arriba las economías de quienes se ganan el pan a diario para mantener a sus familias.
La organización de los y las trabajadoras también tiene un impulso muy marcado desde el gobierno de Néstor y Cristina Kirchner cuando se decidió apostar fuerte a las mejoras del poder adquisitivo de las personas más vulneradas de la sociedad sin dejar atrás el contexto de crisis económica con el que convivimos los argentinos.
Sin embargo, muchos sectores conservadores, aristocráticos y de derecha cuestionan desde el desconocimiento y desde los privilegios las prestaciones sociales para mujeres, desempleados, ancianos, personas con discapacidad, madres de 7 (o más) hijos y estudiantes de zonas precarizadas.
Claro que desde aquél privilegio de clase se pueden argüir cientos de frases hechas como “vayan a laburar”, “los planes mantienen a vagos”, “no hay cultura de trabajo” que calaron hondo en nuestra sociedad generando un odio de clases y un enfrentamiento entre quienes tienen las posibilidades de un empleo formal con quienes no tienen acceso a él.
Desde El Colectivo, derribamos cuatro mitos para repensar los beneficios sociales que te ayudarán a debatir con datos (no opiniones) la problemática de los planes sociales.
Fuente: (América TV)
Los planes sociales existen sólo en Argentina
Los medios hegemónicos relatan un discurso en el que ponen como baluarte que en Argentina pasan cosas desopilantes como generar un Salario Social Complementario (SSC) para quienes más lo necesitan.
Sin embargo hay más casos en el mundo que han ayudado al jalonamiento de la economía popular. Naciones como Finlandia, Israel, Canadá y España trabajan para brindar asistencia a los sectores más vulnerados de su sociedad, sobre todo en el contexto de la pandemia por coronavirus.
El Estado invierte muchísimo dinero en planes sociales
Este es tal vez uno de los mitos más fáciles de derribar. En el presupuesto estatal, los planes sociales y beneficios para trabajadores comprende sólo un 0,092%.
Los trabajadores que reciben auxilio económico y que por lo tanto están bancarizados, también pagan impuestos por lo tanto los trabajadores de la economía popular también aportan a la estructuración de la economía nacional.
El método de entrega de planes sociales es extorsivo
Quien piensa esto, habla desde el desconocimiento, incluso existe el mito que dice que si una persona recibe una asignación y no va a una manifestación corre el riesgo de perder el plan.
Esta hipótesis también es falsa: sólo el estado puede dar de baja o dar de alta un plan social. Este sistema se mejoró al pasar los años para que justamente, el sistema no sea extorsivo.
Los planes sociales no generan trabajo y no hay una “cultura del trabajo”
La activación de los beneficios sociales lleva a todo lo contrario: se generaron cooperativas de trabajo para industrias como la construcción, se implementaron nuevas maneras de trabajar como por ejemplo la construcción de ferias populares pero también se dio lugar a la reactivación económica de los sectores más vulnerados con la regulación del trabajo informal.