La vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Rosa Tarkovsky de Roisinblit, cumplió 102 años el pasado domingo 15 de agosto. Las Abuelas, desde su cuentas oficiales, le dedicaron unas palabras de cariño junto con unas fotos en donde puede verse a Rosa. “¡Felices 102 años, querida Rosa! Gracias por tu lucha”.
En la publicación, leemos el mensaje de las compañeras, que comienza reafirmando el compromiso de Rosa: “...aún desde su casa sigue acompañando la búsqueda de los y las que faltan”.
Siempre lúcida, con el análisis justo, concibiendo la lucha colectiva, es una compañera incondicional
Las compañeras recuerdan su lucha: luego de la desaparición de su hija Patricia, embarazada de 8 meses, y su yerno José, luchó incansablemente por conseguir justicia y encontrar a su nieto. En el 2000 lo encontró. “Hoy va nuestro homenaje, cariño y agradecimiento”, concluyen las Abuelas.
Rosa: una ejemplo de lucha
La vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo nació en Moisés Ville, Santa Fe, el 15 de agosto de 1919. Se recibió como obstetra y comenzó una vida en Buenos Aires, en donde tuvo a su hija Patricia junto a Benjamín Roinsinblit, su esposo.
Patricia, al comenzar a estudiar Medicina en la Universidad de Buenos Aires (UBA), militó brevemente en el PRT e ingresó luego a la Columna Oeste de Montoneros, en donde conoció a José Manuel Pérez Rojo.
El 6 de octubre de 1978, Patricia, de 26 años y con un embarazo de 8 meses, fue secuestrada en su casa junto a su hija Mariana, de un año. A José, su compañero, también se lo llevaron el mismo día desde su trabajo. Mariana fue regresada a su familia paterna y la pareja fue llevada a la Regional de Inteligencia de Buenos Aires, que dependía de la Fuerza Aérea.
El 15 de noviembre de 1978, Patricia tuvo en el centro clandestino a su hijo, que llamó Rodolfo Fernando. Sin embargo, el bebé fue apropiado y no se supo más nada de Patricia y José. Luego de una incansable búsqueda, en el 2000 una denuncia anónima hizo posible encontrar al nieto desaparecido. Por un análisis de ADN se confirmó quiénes eran sus padres.
Guillermo Rodolfo Pérez Roisinblit, el nieto de Rosa, explicó en diálogo con Página/12: “Mi abuela es una persona que admiro con profundidad. Tranquilamente podría haberse quedado en su casa llorando o lamentando la pérdida que tuvo y, sin embargo, viuda y sin su única hija, salió adelante, fue a buscar a otras que estaban en su situación y empezaron a luchar para encontrarnos”.