Argentina atraviesa una crisis económica que se ha profundizado notablemente por el avance de la pandemia de COVID 19. En este sentido, las estadísticas preocupan: 10,2 % de la población, desocupada; 42 %, bajo la línea de pobreza; 10,5 %, en situación de indigencia.
Con este escenario, los planes sociales y los ingresos de emergencia han ayudado a apaciguar el impacto de la crisis. Estos “salvavidas” del Gobierno han jugado un papel muy importante para que miles de emprendedores y familias se mantengan a flote en estos tiempos tan tormentosos.
Frente a esta realidad, el Estado se ha propuesto un nuevo objetivo: transformar estos planes sociales en trabajo. El flamante ministro de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, confirmó que desde la cartera se plantean ese desafío:
Nos tocó asumir y al otro día acompañar al presidente de la Nación en un trabajo, que ya empezamos a hacer con el ministro Moroni, de poder anunciar que el que percibe planes sociales puede ir a trabajar en blanco en la cosecha sin perder ningún beneficio social
Asimismo, el Gobierno busca promover el empleo, pero sin descuidar a los sectores más vulnerables del entramado rural argentino. La principal finalidad no es que la gente tenga planes sociales, sino que tenga trabajo digno.
De este modo, es fundamental, entonces, pensar la educación y el trabajo como principales herramientas de cambio, avance e inclusión para poder así generar, promover e impulsar la cultura del trabajo.