En medio de la cuarta ola, no de coronavirus sino de feminismos argentinos, siempre es justa la mirada histórica que señala a Evita como un personalismo que significó un antes y un después para las luchas de los feminismos.
Hace 69 años, dejaba el mundo terrenal Eva Duarte de Perón, producto de un cáncer de útero. Las lágrimas fueron millones, y la perpetuaron en corazones peronistas para inmortalizarse en la memoria colectiva argentina; volvió, sí, con Cristina.
Sin embargo, no faltaron los mismos odiosos de siempre, que en ese entonces estaban formateados con el grito perverso de "Viva el cáncer", idénticos, igualitos a sus propios nietos, que dijeron que Néstor no estaba en el cajón.
Evita fue Gigante e inabarcable, impulsora de una doctrina humanista sin igual, solidaria. Su alma y su convicción velaba por el fomento de políticas públicas para las infancias, de ampliación de derechos para las mujeres y de desarrollo y progreso para los sectores más humildes.
Hoy elegimos recordarla a través de su aporte fundamental para que el llamado 'voto femenino' fuera ley. Con el envión de las sufragistas europeas, las feministas argentinas se hicieron eco de la exigencia de sus derechos cívicos y políticos.
Con Evita a la cabeza, el 9 de septiembre de 1947 se sancionó la Ley 13.010 de sufragio femenino. A decir verdad, la normativa logró, mediante la inclusión de las mujeres en los comicios, que el sufragio fuera verdaderamente universal.
La norma fue aprobada durante el primer mandato de gobierno de Juan Domingo Perón y se puso en vigencia por primera vez en las elecciones presidenciales de 1951, a partir de las cuales las mujeres empezaron a poder elegir y ser elegidas por el voto popular.
"Lo pide una necesidad nueva de organizarse en grupos más extendidos y remozados. Lo exige, en suma, la transformación del concepto de la mujer, que ha ido aumentando sacrificadamente el número de sus deberes sin pedir el más mínimo de sus derechos", argumentó la oriunda de Los Toldos en su discurso del 23 de septiembre de 1947 en Plaza de Mayo.
"El derecho de sufragio femenino no consiste tan solo en depositar la boleta en la urna, consiste esencialmente en elevar a la mujer a la categoría de verdadera orientadora de la conciencia nacional", exclamaba Evita, con la certeza de que recibía esa ley "en nombre y representación de todas las mujeres argentinas".