Tal vez en los años de la infancia de Diego Armando Maradona se puedan encontrar las claves del resto de su fantástica recorrida por este mundo.
El origen humilde marcó sin dudas el carácter y la personalidad del quinto de los ocho hijos que criaron con sobrado esfuerzo Diego (Padre) y la "Tota", en una pequeña vivienda de la carenciada localidad de Villa Fiorito.
Un día como hoy, pero de 1963, en su cumpleaños número 3, todo cambió para el pequeño Diego. Su primo "Beto" Zárate le obsequió una pelota y el amor ya nunca más se detendría.
“La primera pelota que tuve fue el regalo más lindo que me hicieron en mi vida: me la dio mi primo Beto, Beto Zárate, hijo de la tía Nena. Era una número uno de cuero: yo tenía tres años y dormí abrazándola toda la noche", contó el astro en su biografía.
Fuente: (Red Key).
El balón y Maradona ya no se volvieron a separar. Crearon una relación como nunca más se volvió a ver. Diego no se despegaba de la pelota ni para ir a hacer los mandados y habitaba las canchas aledañas la mayor parte del día.
Si los viejos nos buscaban, sabían dónde encontrarnos —relataba el "10"—. Ahí estábamos, corriendo detrás de la pelota
El ídolo siempre contó que sus héroes eran sus padres. Habían hecho un sacrificio muy grande por mantener esa familia y él les estaría agradecido de por vida.
Recién de grande, contaba el "10", entendió por qué su madre acusaba dolor de panza y no los acompañaba en la comida. No había para todos. Cuando "Pelusa" se transformó en Maradona, se encargó de revertir eso.