Con las flamantes designaciones para ocupar cargos en el Gabinete presidencial de la República Argentina, hubo polémicas sobre la falta de paridad de género. Sin embargo, solamente se efectuó un reemplazo varonil para suplir una mujer (Aníbal Fernández por Sabina Frederic, en el Ministerio de Seguridad); los demás fueron "varón por varón", es decir que la conformación genérica del Gabinete no cambió demasiado.
Sí hizo ruido el nombramiento de Juan Manzur, gobernador de Tucumán que pasará a ocupar el cargo de jefe de Gabinete, y que es responsable político en la provincia de Tucumán del parto forzado de una niña de 11 años y del asesinato a manos de la policía de un niño de 12 años.
Lo ideal es enemigo de lo posible. Y si lo ideal es la paridad de género y la ética impoluta, lo posible es, por lo menos, lo que hay y lo que hubo. Hasta ahora, Argentina jamás tuvo paridad de género en los gabinetes presidenciales. El lunes 20 de septiembre, a las 16, jurarán los nuevos funcionarios y seguirá sin haber paridad, pero se reavivará la esperanza de una mejor gestión, con más gobernabilidad, que pueda mejorar la vida de las mayorías y que tenga gobernabilidad para ganar las elecciones.
A propósito, no había paridad de género en el Gabinete cuando se sancionaron la interrupción voluntaria del embarazo, el cupo laboral travesti-trans, la identidad de género, el matrimonio igualitario, la Asignación Universal por Hijo, la Asignación Universal por Embarazo; había una mujer con tacos que pisaban fuerte y hacía política en honor a las mujeres, en honor al pueblo.
Se trata de una mujer a la que los varones miraban y escuchaban hablar, sentaditos, silentes, boquiabiertos. Es la misma mujer que con una carta pateó el tablero del escenario político esta semana; la que eligió a Alberto Fernández para la fórmula presidencial y la responsable de que tantas mujeres podamos sentirnos fuertes, capaces, a la altura de las circunstancias. Es insensato pedirle "más feminismo" a Cristina Fernández de Kirchner porque, le moleste a quien le moleste, dignificó a las mujeres argentinas con un abordaje mayoritario y popular.
A la hora de construir mayorías, es menester lidiar con las contradicciones, no se pueden construir desde el capricho, desde la moral ni desde la lógica individual. La falta de paridad del Gabinete no sepulta la agenda de género del Gobierno, con una Argentina vanguardista en Latinoamérica. La de los tacos que pisan fuerte notó que la prioridad es que la gente coma, y que es hacerle frente a la derecha que viene por la reforma laboral. Reconocer a ese enemigo no significa darles la espalda a los feminismos.
Ella les otorgó cargos a los integrantes de su propio partido que le votaron el desafuero, que le votaron allanamientos en la casa. Ella nunca se puso primero, por más que sus detractores quieran dibujarla; siempre priorizó al pueblo. Y poner al pueblo por delante es ensuciarse las manos porque la pulcritud no conquista derechos.
Juan Manzur está muy lejos de ser el candidato ideal para los feminismos en particular y para los derechos humanos en general, pero es el candidato real en el que el Ejecutivo depositó la capacidad de articular los ministerios que su antecesor, sin ese "prontuario", no pudo articular. Para conducir un país no alcanza con la ética, se necesita gobernabilidad; como decía José de San Martín: "Cuando la patria está en peligro todo está permitido, excepto no defenderla".