La ventaja obtenida por los candidatos de Juntos por el Cambio en las elecciones del último domingo no deja más que en evidencia una crisis de representación en materia política.
No se trata de que la gestión de Alberto Fernández haya hecho las cosas mal o que la gente de la oposición las haya hecho bien. Las urnas fueron contundentes en 2019, luego de haberles dado una oportunidad. Tuvieron en las manos los designios de nuestro país y lo chocaron, lo volcaron y lo abollaron una vez más, entregándolo sistemáticamente a intereses foráneos.
Entonces ¿por qué nuevamente el país se tiñe de amarillo?
La pandemia, a nivel mundial, ha dejado naciones quebradas y sociedades con elevados índices de pobreza.
Argentina no es la excepción, y cualquier color político al mando hubiera sufrido las inclemencias de este mal global.
Desde el Gobierno nacional se brindaron respuestas a un país que le estallaba en las manos a poco de asumir.
Estallaba el hambre, la pobreza, la desocupación, la desigualdad, la situación heredada de la administración anterior; agravada, porque también estallaba la crisis sanitaria.
Como buen piloto, el presidente y su equipo mantuvieron firme el timón, a pesar de las inclemencias, y lograron que el barco no se hundiera.
Pero... ¿qué podemos decirle al trabajador que siente que sus necesidades básicas no están satisfechas?
¿Cómo podemos pedirle "tiempo" a una sociedad angustiada?
Que se vayan todos
Que se vayan todos fue una dolorosa consigna con la cual explotó la crisis de 2001.
19 y 20 de diciembre: el pueblo se manifestaba desconfiado de toda dirigencia, lo que culminó con la penosa imagen del, por entonces, presidente que huía de la casa de Gobierno en helicóptero. Grave imagen para una democracia aún joven.
El país entró en una crisis institucional, cinco presidentes se sucedieron en una semana y solamente Néstor Kirchner pudo estabilizar a la Nación y sacarla del fondo y de la pobreza.
Voto castigo
Lamentablemente, el voto es muchas veces utilizado como reprimenda.
¿Qué quiere decir?
La gente no vota a quien cree el mejor, sino que le quita su voto, su confianza, a quien lo representa, nada más que para llamarle la atención y le da así su voto a la oposición.
Crisis de representación
La crisis de representación lleva al voto castigo y a "que se vayan todos", dos consignas peligrosas que no deberían volver. Ambas desembocan en efectos no deseados para el país y para toda la sociedad.
Mucho me temo que pueden suceder cosas que no querríamos nadie en la República Argentina, nadie
Así lo explica Cristina Fernández de Kirchner, en un discurso brindado a fines de 2016: