Miércoles 15 de Noviembre 2023
ECONOMIA

Las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas

Frente a la suba de los precios de los alimentos —carnes, frutas y verduras— y los esfuerzos del Gobierno Nacional para sostener a los más desfavorecidos en tiempos de crisis, te contamos el origen del trasfondo con el sector agrario.

El trasfondo del sector agrario. Fuente: (Twitter)
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Históricamente, la economía de nuestro país se basó en un modelo económico agro-ganadero exportador.

Sostener este modelo durante años (apoyado sobre una sola actividad económica) y, en conjunto con la llegada del neoliberalismo, empobreció a los argentinos y nos empujó a una sociedad injusta y desigual.

En palabras de Eva Duarte de Perón:

Si lanzamos una mirada retrospectiva sobre el campo argentino, nos encontramos con las murallas de los trusts y de los monopolios, transformando en una condena a trabajos forzados las tareas agropecuarias del pueblo trabajador.  Allí, bajo el dominio de hierro de la oligarquía terrateniente y de los monopolistas, los trabajadores del agro estaban atados a la coyunda del semifeudalismo más cínico y más expoliador; sus derechos se regulaban por la voluntad y el capricho de las policías bravas, la prepotencia y la violencia de los propietarios y de las sociedades anónimas

 

 

¿Por qué el modelo agro-ganadero impulsa la desigualdad?

La década del 90 trajo consigo fuertes cambios a nivel mundial. Nuestro país, que históricamente sostenía un modelo agro-ganadero exportador —con una fuerte puja por el poder con el sector industrial—, vio desplazado este modelo por la hegemonía de un nuevo sector: el de la especulación financiera.

Las multinacionales comenzaron un recorrido de inversiones millonarias en los países más desfavorecidos. En este escenario, el sector agrario argentino experimentó una transformación sustancial, que derivó en la compra de grandes parcelas por parte de empresas, multinacionales e inversores particulares extranjeros.

Así, extensas porciones de tierra quedaron en unas pocas manos y serían explotadas con el recurso que diera mayor rédito, como por ejemplo la soja.
 


De esta manera, la histórica “sociedad rural” argentina, exponente de una clase social acomodada, identificada con una ideología de derecha y representada en la figura del terrateniente, se vio desplazada: perdió también su preponderancia como clase social activa.

El nivel de tecnificación de las nuevas “empresas” del agro permitió abaratar los costos y agilizar los procesos, lo que permitió que se obtengan altísimas utilidades.

Al pequeño y mediano productor ya casi le era imposible competir y, en algunos casos, decidieron arrendar sus tierras, en lugar de realizar inversiones de riesgo.

 

Hacia un modelo genuino

Durante los años 90, en toda América Latina comenzaron a emerger resistencias y movimientos sociales ante la inminente crisis de modelo a nivel regional; entonces, se vislumbraron proyectos políticos similares y se empezó a gestar, de este modo, una visión latinoamericana posible.

La historia ha marcado una vez más la hermandad de los pueblos, la simetría de pensamiento y lucha por la propia identidad, que nos permita de una vez por todas caminar hacia la independencia —cultural, política, económica, de acción—.

Como debió ser desde un principio: un proyecto común para América Latina pensado desde nuestra identidad, desde nuestras bases, con nuestras raíces y basado en las posibilidades de nuestra tierra. No como ocurrió hasta ahora, la imposición de modelos europeos, logrando el sometimiento de nuestros pueblos, a nivel cultural, étnico y racial.
 

 

Oportunidades para todos

El territorio nacional es amplio, vasto y rico; eso implica una multiplicidad de suelos, climas, geografías y diferentes posibilidades.

Hay actividades económicas —como por ejemplo la industria del litio— que se desarrollan en lugares donde es prácticamente imposible llevar adelante otra actividad productiva, a muchos metros de altura sobre el nivel del mar, donde las condiciones de naturaleza y de geografía no son las propicias para cultivar, ni para criar animales, entre otras.

Estas actividades generan inversiones, que se traducen en infraestructura básica (baños, sala de primeros auxilios, hospital, carreteras, escuelas, tendidos eléctricos, cloacales y gasoductos) para pueblos a los cuales su geografía no los favorece.
 


La industria del litio

En los últimos días se conoció la noticia de que Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) crearía una división YPF Litio para producir este mineral.

Matías Kulfas, ministro de Desarrollo Productivo, se expresó al respecto:

 

El litio es fundamental porque si tenemos la posibilidad, no solamente de generar un recurso importantísimo, sino además industrializarlo, esto va a permitir que la Argentina sea un productor muy importante, por lo menos a nivel regional. Esperamos que la Argentina pueda ser una fábrica sudamericana de baterías de litio y de vehículos eléctricos

 

En las próximas notas te vamos a estar contando qué es el litio, por qué es un mineral estratégico y cuál es la importancia de su producción e industrialización a nivel nacional.

 

Fuente: (Casa Rosada)