La obscenidad visible en que desde un despacho calefaccionado se decida la presencialidad escolar en medio de un frío polar, y de un virus afín al período invernal, no es novedad. El cinismo de ofrecer llevar mantas a las escuelas sin estufa no es noticia.
Ayer, sin embargo, las familias de estudiantes de escuelas públicas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) se organizaron y convocaron a un nuevo “frazadazo” en las puertas de diversas unidades educativas, para exigir el retorno de las clases virtuales.
La decisión de Horacio Rodríguez Larreta de desechar la segunda medida sanitaria no farmacológica más efectiva del mundo, la virtualidad escolar, fue polémica desde el vamos.
Por eso, las familias afectadas por la vulnerabilidad de las clases presenciales le exigen que dé marcha atrás en esta segunda ola de coronavirus, ya que las escuelas no están acondicionadas para el invierno y los protocolos exigen ventanas abiertas.
Durante toda la pandemia no se invirtió un solo centavo en mejorar las condiciones edilicias de las instituciones educativas porteñas, por más habladuría sobre lo esencial de la educación.
Las familias afectadas por la exposición a contagios en los transportes públicos, y por el frío crudo al que se someten sus hijas e hijos, señalaron que “nunca hubo condiciones sanitarias ni epidemiológicas” para retornar a la presencialidad áulica.