El 18 de julio de 1994 amanecía en Buenos Aires como un lunes cualquiera, a principios del receso escolar de invierno y en el marco de una situación económica difícil. Sin embargo, a las 9:53, todo cambió para quienes se encontraban en las inmediaciones de la Asociación Mutual Irsaelita Argentina (AMIA) y en toda la Argentina.
Ese día, a esa hora, se produjo una explosión en el edificio y, en pocos segundos, quedó reducido a escombros, con al menos 67 personas bajo las ruinas. Pronto, lo que parecía ser un día normal se convirtió en una tragedia para la comunidad judía, ya que al destruirse la AMIA, se desató un sinfín de idas y vueltas judiciales, y pedidos de justicia infinitos.
Lo cierto es que, ese día, en la calle Pasteur 633, en el corazón de Balvanera, varias personas se acercaron a intentar ayudar a los brigadistas para rescatar sobrevivientes y documentos que sean de vital importancia para la comunidad judía.
El saldo total de fallecidos fue de 85, según el listado oficial de la AMIA, y al menos 300 personas resultaron heridas por la onda expansiva de la bomba
Luego de varios días de búsqueda, el 25 de julio, se logró encontrar el motor del coche bomba que hizo explotar la AMIA y, gracias las primeras investigaciones, se logró dar con el último dueño del vehículo: el abogado Carlos Telleldin, quien fue acusado de ser el que entregó la trafic blanca para realizar el atentado.
FUENTE: (ARCHIVO).
Todo está clavado en la memoria, espina de la vida y de la historia
Han pasado 27 años desde ese día, desde que la comunidad judía quedó expuesta ante un gobierno argentino que —en ese entonces, con Carlos Saúl Menem como presidente—, no colaboró con la causa, e incluso su avance fue prácticamente nulo. La antesala del atentado a la AMIA fue el hecho ocurrido el 17 de marzo de 1992, en la embajada de Israel, cuya tragedia dejó 22 fallecidos y más de 200 heridos. Una vez más, la historia se repitió.
Pero la memoria debe ser bandera para seguir levantando el reclamo de justicia, el sueño de dejar la complicidad. A eso apunta el presidente de la AMIA Ariel Eichbaum, quien resaltó, ante los micrófonos de los medios de comunicación: “Cada vez es más difícil recordarle a los chicos qué fue lo que sucedió, porque nosotros, los más adultos, tenemos el recuerdo”.
Hay muchas cosas que no sabemos cómo sucedieron, pero hay cosas que sí sabemos, fruto de la investigación y el expediente. Hay acusados con nombre y apellido que tienen protección en el régimen en el que viven, y pesan alertas de Interpol
Fuente: (AMIA).
El titular de la AMIA insistió, además, en que la juventud y la ciudadanía toda debería interiorizarse en el tema, revivir la memoria de los 85 fallecidos y renovar, como cada 17 de julio en las marchas, los pedidos de justicia ante un hecho que no tiene pasos claros.
Por su parte, Natalio Slutzky, sobreviviente del atentado, afirmó a este medio: “A todos nos marcó. Algunos más o menos, pero fue tremendo. La herida que te deja nunca termina de cerrar. Siempre estuviste cerca de eso, de no estar más… Mi fantasía era sobrevivir, no sé si de esta manera”.
Veo imágenes que nunca se van a borrar. Nunca se van a curar. Las cosas que yo vi esos días nunca más quisiera volver a verlas
Verdad y justicia
En un nuevo aniversario por el homenaje a las víctimas y el pedido de justicia, mediante un comunicado emitido a los medios, la AMIA expresó que el terrorismo fundamentalista atacó ese día, a las 9:53 y por segunda vez, a la comunidad judía y a la Argentina en general, dejando sin vida a 85 inocentes.
Hoy, este pedido sigue vigente, 27 años después. 85 familias rotas y cansadas de gritar por los y las que ya no están.