Miércoles 23 de Julio 2025
EL ADIOS A UNA ESTRELLA

Ozzy y Sharon: amor, caos y rock and roll en una historia que desafió todos los pronósticos

Del ruido de Black Sabbath al reality global: un romance que sobrevivió al vértigo de las estrellas.

(Fuente: People)
Escrito en ESPECTÁCULOS el

Todo comenzó como un cruce profesional sin muchas luces: en 1970, Ozzy Osbourne conocía a una joven Sharon Arden mientras Black Sabbath negociaba con su padre para ser el próximo mánager. Ella, con apenas 18 años, era la hija del hombre detrás del negocio; él, una fuerza incipiente del heavy metal, casado con una profesora llamada Thelma Riley y ya padre de tres. Era apenas el preludio de una sinfonía que rompería esquemas.

La historia de Ozzy y Sharon atravesó zonas turbulentas. Cuando en 1979 él fue despedido de la banda por sus adicciones, fue ella quien lo acompañó en sus días más oscuros. Sharon tomó las riendas, se convirtió en su mánager y, sin pretenderlo, en su cómplice emocional. Su vínculo laboral rápidamente se transformó en el combustible de una relación intensa, desafiante y profundamente humana. El caos no sólo definía la música de Ozzy: también moldeaba su corazón.

(Fuente: USAToday)

En 1982, tras divorciarse de Thelma Riley, Ozzy y Sharon se dieron el “sí” en Hawái. El vestido de encaje, la pajarita blanca y una atmósfera de redención marcaron el inicio de una nueva etapa. Entre recitales y rehabilitaciones, la pareja construyó una familia con tres hijos: Aimée, Kelly y Jack. Con los años, los Osbourne abandonaron el backstage y se adueñaron de la pantalla con The Osbournes, un reality que los convirtió en íconos de la televisión pop.

(Fuente: Instagram)

Mientras el mundo los miraba con fascinación y escepticismo, Ozzy y Sharon nunca dejaron de elegir(se), incluso en medio de escándalos, recaídas y momentos límites. Su historia no fue perfecta, pero sí auténtica. En una industria donde todo es efímero, ellos supieron darle al amor una duración que ni el más sólido riff de guitarra puede alcanzar.

Porque si algo dejó claro esta pareja es que el verdadero rock no se toca solo en escenarios: también se vive, se resiste y se ama contra todos los pronósticos. Descansa en paz, Ozzy.