Aunque hoy en día el esmalte de uñas cumple una función puramente estética, su próximo capítulo podría revolucionar el mundo de la medicina. Desde la Politechnika Krakowska, en Polonia, un equipo interdisciplinario investiga el desarrollo de esmaltes terapéuticos capaces de liberar medicamentos a través de la lámina ungueal. Una idea tan audaz como brillante: convertir un hábito cotidiano en una herramienta de salud.
La doctora Jolanta Jaskowska, una de las líderes del proyecto, explica que la uña, a diferencia de la piel, posee propiedades hidrófilas que facilitan el transporte de principios activos. Esto permitiría aplicar tratamientos prolongados, tanto de acción local —como hongos o inflamaciones— como sistémica, ayudando incluso con el dolor o trastornos neurológicos. Es decir, el esmalte dejaría de ser solo bonito para ser también útil y efectivo.
Los próximos pasos incluyen pruebas de laboratorio y estudios clínicos que evaluarán qué factores influyen en la absorción: el grosor de la uña, la temperatura corporal, e incluso el tipo de esmalte utilizado. Los investigadores ya se entusiasman con los potenciales beneficios, especialmente para quienes tienen dificultades con la medicación oral. Una pastilla que se te olvida puede convertirse en un tratamiento que aplicás sin pensarlo, con tu rutina de belleza.
Inspirado en tecnologías similares como los apósitos líquidos, el proyecto promete unir dos mundos que rara vez se cruzan: el glamour y la farmacoterapia. Si todo sale bien, podríamos tener esmaltes no solo duraderos sino también sanadores. ¿Y quién dijo que la ciencia no podía tener un toque de color?
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