Jueves 17 de Julio 2025
GUERRA

Hagamos el Amor y no la Guerra - Volver a casa

La verdadera victoria no se gana en el campo de batalla, sino en el regreso a los brazos de quienes amamos. Valoremos la Vida.

Escrito en ESPECTÁCULOS el

La realidad sobre el terreno es desoladora. Cada día que el conflicto en Israel se prolonga, el costo humano aumenta exponencialmente. Familias desgarradas, niños traumatizados y comunidades enteras desplazadas son la cruda consecuencia de la escalada. No se trata solo de cifras o estadísticas; cada vida perdida, cada herido, representa una tragedia individual que se suma a un dolor colectivo. La paz en Oriente Medio no es solo un concepto abstracto, es una necesidad vital para millones de personas que anhelan regresar a la normalidad y reconstruir sus futuros.

Después del estruendo de la guerra, cada ser humano anhela el reencuentro más profundo: el regreso a casa. No es solo un cambio de escenario, sino una transformación del alma. La imagen de la familia esperando, la certeza de un abrazo cálido y la promesa de seguridad, se convierten en el faro que guía a través de los horrores del conflicto. Volver al hogar es volver a la paz en su expresión más pura.

El eco de los disparos se silencia con la risa de un hijo, con un abrazo de mama,  el olor a pólvora  se disipa con el aroma de la cena casera, y la tensión constante se relaja en la familiaridad de un sillón.

En el santuario del hogar, cada rincón es un recordatorio de lo que realmente importa. Aquí, la vida se saborea de nuevo, lejos de la amenaza constante. Es en este espacio sagrado donde se aprende a valorar la vida en su simpleza y complejidad, a apreciar cada pequeño instante.

La verdadera victoria no se gana en el campo de batalla, sino en el regreso a los brazos de quienes amamos. Es allí donde la guerra pierde su poder y la paz florece. El reencuentro con la familia no es solo el fin de un capítulo oscuro, sino el inicio de una nueva oportunidad para construir, para sanar y para valorar la vida con una perspectiva renovada. Es la seguridad de saberse amado, protegido y, finalmente, en paz.

El camino hacia una solución pacífica es arduo y complejo, pero no imposible. Requiere el compromiso de todas las partes involucradas, la mediación internacional y, fundamentalmente, la voluntad de escuchar y empatizar con el sufrimiento del otro. Hablar de paz en Israel y en la región es hablar de la reconstrucción de la confianza, el respeto mutuo y la construcción de un futuro donde las generaciones venideras puedan prosperar sin el peso de un conflicto interminable. La vida es el don más preciado y protegerla debería ser la prioridad absoluta para todos.