La Moricandia arvensis, también conocida como collejón, es una planta perenne fascinante que se encuentra principalmente en el Sahara, el norte de África y el sudeste de España. Esta especie se destaca por sus largos y flexibles tallos que pueden alcanzar hasta 75 centímetros de altura. ¡Y lo mejor de todo es que se adapta a cualquier tipo de suelo, beneficiando enormemente a la naturaleza!
Gracias a su origen en regiones áridas, esta planta es capaz de prosperar en terrenos secos, pobres y hasta en suelos con yeso. Sus tallos son muy ramificados y sus hojas varían entre obovadas, obtusas o con base colorada. Las flores, que surgen en racimos hermafroditas, actinomorfas o bilaterales, son un verdadero espectáculo.
Collejón: Secretos y guía de cuidados
El ciclo de vida de esta especie es de uno o dos años, alcanzando en ese período un tamaño de 30 a 80 centímetros. Su principal atractivo radica en sus flores de cuatro pétalos, que se agrupan en ramilletes en la parte superior de los tallos y se presentan en tonos blancos, rosa pálido o lila. ¡Una verdadera delicia para la vista!
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Para cuidar esta planta, es esencial que reciba 6 horas de sol directo al día. En cuanto al suelo, no es exigente, solo necesita un sustrato con buena capacidad de drenaje para evitar la humedad excesiva.
El riego debe ser moderado; la tierra nunca debe estar completamente seca, pero también hay que evitar los encharcamientos. La Moricandia arvensis se desarrolla sin necesidad de fertilizantes, lo que la convierte en una opción de bajo mantenimiento.
Además, es una planta muy resistente a plagas y enfermedades. Solo hay que estar atentos a los pulgones y orugas, inspeccionando sus hojas casi a diario para tomar medidas inmediatas si es necesario.
Un tesoro para la naturaleza
Las flores de esta planta son ideales para los insectos polinizadores, como abejas y mariposas. Tener una Moricandia arvensis en tu jardín no solo embellecerá tu espacio, sino que también contribuirá al equilibrio ecológico.
En resumen, la Moricandia arvensis es una planta que no puede faltar en tu jardín. Su valor ornamental y ecológico, junto con la belleza de sus flores violetas, la convierten en una elección perfecta para cualquier amante de la naturaleza.