La alimentación es un requerimiento esencial para nutrir el cuerpo, pero también proporciona energía para desempeñar actividades físicas, o para recuperar el cuerpo después del entrenamiento.
En esta línea, la alimentación previa al entrenamiento es fundamental para retrasar la fatiga muscular, reparar y construir el tejido muscular después del ejercicio, y prevenir mareos y desmayos gracias a la estabilización de los niveles de glucosa.
Por el contrario, si quien entrena no consume los productos adecuados puede padecer síntomas como fatiga, bajo rendimiento, dificultad para concentrarse y mayor riesgo de contraer lesiones.
Se recomienda que dos o tres horas antes del entrenamiento se consuma alimentos ricos en carbohidratos y proteínas, como, pollo a la plancha con quinoa, sándwich de pan integral con pavo y aguacate, o pasta integral con verduras.
Asimismo, una hora antes de desempeñar la actividad física, debes consumir un alimento más ligero, como: frutas, batido de proteínas con verduras, barritas de cereal o frutos secos.
Es importante, abstenerse de alimentos calóricos, grasas o altos en fibras, ya que dificultan la digestión y pueden generar hinchazón. Además, la hidratación es fundamental durante el entrenamiento y en el descanso posterior.