El agua de rosas es un auténtico elixir para la piel, y su historia se remonta a las antiguas civilizaciones. Desde los baños aromatizados de Cleopatra hasta las rutinas de belleza de las modernas influencers, este tónico ha sido reverenciado a lo largo del tiempo.
Sucede que el agua de rosas no solo huele divinamente a un jardín en primavera, sino que también suaviza, hidrata y combate la oxidación. ¿Sabías que contiene vitaminas B, C y E? Estos nutrientes son como un abrazo para tu dermis, incluso si tienes piel sensible o reactiva.
El proceso mágico para elaborar agua de rosa
Para crear tu agua de rosas, sigue estos pasos sencillos:
Recolecta los pétalos de 3 flores frescas de tu jardín. Rompe los pétalos ligeramente para facilitar su manejo.
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En una cafetera italiana, coloca agua destilada (la cantidad que indique tu cafetera).
Añade los pétalos y lleva la cafetera a fuego medio.
¡Voilà! El agua con la esencia de los pétalos brotará.
Después de enfriar, agrega un conservante confiable para impedir la proliferación de bacterias.
Como resultado obtendrás un agua de rosa suavemente perfumada, de color tenue. Guárdala en el refrigerador y úsala sobre tu piel durante uno o dos meses. ¡Tu piel te lo agradecerá!
No olvides que los pétalos secos también son valiosos. El agua de rosas secas es ideal para el cabello. Hidrata el cuero cabelludo, reduce la grasa y deja tu melena fuerte y sedosa.
En resumen, el agua de rosa es un tesoro ancestral que trasciende culturas y tiempos. ¡Incorpórala a tu rutina de belleza y deslumbra con tu piel radiante!