La cocina no sería lo mismo sin el ajo, su fuerte y particular sabor, unido a su aroma único, eleva todo tipo de preparaciones. Sin embargo, esta planta perenne, de la familia de las liliáceas, cuenta con otras características que la transforman en una aliada de la buena salud. En los últimos años, se han realizado varios estudios que determinaron que el ajo es eficaz para mejorar la digestión, regular la presión arterial entre otras tantas propiedades.
El uso medicinal del ajo data de miles de años atrás. Fue utilizado en la época de Hipócrates, prestigioso médico de la antigua Grecia, para tratar diferentes tipos de parásitos, problemas respiratorios y disfunciones digestivas. En la actualidad, podemos utilizar el ajo en varias situaciones de nuestra vida diaria.
Remedios caseros con ajo:
Resfriados y gripe: Consumir ajo crudo puede ayudar a aliviar los síntomas. También se puede hacer una infusión de ajo, hirviendo varios dientes en agua y bebiendo el líquido resultante.
Aliado contra el colesterol: Se cree que el ajo puede ayudar a reducir el colesterol. Consumir ajo crudo regularmente o tomar suplementos de ajo pueden ser útiles.
Presión arterial: Algunos estudios sugieren que el ajo puede ayudar a reducir la presión arterial. Consumir ajo crudo o tomar suplementos de ajo bajo la supervisión de un profesional de la salud puede ayudar a controlar la presión arterial.
Para infecciones: Gracias a sus propiedades antibacterianas y antifúngicas, el ajo es eficaz contra las infecciones. Aplicar una pasta de ajo machacado sobre la piel afectada puede ayudar a tratar infecciones menores.
Para el dolor de oído: Colocar unas gotas de aceite de ajo caliente en el oído afectado puede proporcionar alivio temporal del dolor de oído.
Si bien el ajo puede ser muy útil en para los casos mencionados, es importante consultar siempre a un profesional de la salud antes de utilizarlo como remedio, especialmente si estás tomando otros medicamentos o si tienes condiciones médicas preexistentes.