A partir del nuevo milenio iniciado en el año 2000, los acuíferos subterráneos han ido disminuyendo la cantidad de agua que supieron albergar, alertando a toda la comunidad científica.
En ese sentido, la ciencia ha constado que este fenómeno se da con mayor fuerza en zonas secas y áridas como por ejemplo California, el Mediterráneo e Irán, las cuales necesitan el agua subterránea para el riego de sus cultivos.
Lo cierto es que, la cantidad que se destina a la producción agroecológica es mucha, lo que hace que los acueductos disminuyan su caudal a ritmos acelerados. A esto se le suman otros factores que contribuyen al desabastecimiento.
Uno de ello es el crecimiento demográfico. Con el marcado aumento de población que se dio desde el cambio de siglo, el agua requerida es mayor y repercute en la cantidad disponible bajo las capas del suelo.
También se le suma el impacto del cambio climático, el cual ha modificado la intensidad de las lluvias y sequías. En este sentido, ante la caída de agua muy abundante, los suelos impermeabilizados no consiguen filtrar lo necesario para renovar el acueducto.
No obstante, en algunos países han conseguido un método efectivo para renovar estas reservas subterráneas, lo cual abre una brecha de esperanza para el futuro llevándose la mirada de la ciencia.
Una nueva esperanza
"En algunas zonas, los acuíferos se han recuperado en lugares donde ha habido cambios de política o donde hay fuentes alternativas de agua disponibles para uso directo o para recargar el acuífero" expresó Debra Perrone, autora de un estudio publicado en la revista Nature.
En parte, esta estrategia que llena de optimismo a la ciencia experimentada, se basa en desviar parte del caudal de los ríos para alimentar los acuíferos subterráneos, con experiencias satisfactorias en países como España, Suiza, entre otras.