Los girasoles, originarios de Norteamérica, no solo son una maravilla estética con sus radiantes flores amarillas, sino que también tienen múltiples usos, desde la elaboración de aceite de cocina hasta biodiesel. ¡No es de extrañar que sean tan populares en todo el mundo!
El proceso para cultivar esta planta en maceta es sencillo y gratificante gracias a sus particulares flores. Comienza consiguiendo semillas de girasol, que puedes comprar en un vivero. Si ya tienes girasoles, coloca sus semillas en un recipiente hermético en la heladera por unos días para prepararlas.
La maceta
Elige una maceta de 30 a 40 centímetros, el tamaño ideal para que tus girasoles crezcan fuertes y saludables. Un truco esencial es hacer pequeños orificios en la base de la maceta para asegurar un buen drenaje.
Te podría interesar
Sustrato
La tierra debe ser rica en nutrientes y de buena calidad. Añadir un poco de abono proporcionará una fuente extra de alimento. Con el sustrato listo en la maceta, planta las semillas de girasol a una profundidad de 2 a 3 centímetros, separándolas entre sí por unos 10 cm.
Riego
A medida que los girasoles crecen, necesitarán más agua. Riégalos diariamente durante las primeras dos semanas. Además, requieren al menos 6 horas de luz solar directa al día, por lo que un jardín o un espacio bien iluminado en tu hogar es ideal.
Floración
Los girasoles florecen en verano y principios de otoño, y se caracterizan por sus robustos tallos que pueden alcanzar hasta 3 metros de altura, coronados por sus impresionantes flores amarillas.
La belleza de los girasoles radica en el inmenso tamaño de sus flores, que pueden medir entre 20 y 30 centímetros de diámetro. Su plantación y cuidado son muy sencillos, lo que convierte a esta especie en una adición imprescindible para cualquier jardín.