Durante el 2020 el mundo entero se vio en jaque por la aparición del Covid 19 que obligó a resguardar la población por su alto contagio y mortalidad. Miles de personas murieron a causa de este virus, el cual aún hoy continúa vigente en algunos países.
Sin embargo, con la aparición de vacunas preventivas, la humanidad logró dejar atrás el distanciamiento social y el estado de alerta por pandemia, adaptándose cada vez mejor a la presencia del Covid o al menos, no lamentar muertes.
A poco más de 7 años de su aparición (se estima que el Covid fue descubierto por osos hormigueros escamosos en el 2017, dos años antes de la pandemia), un grupo de científicos chinos crearon una peligrosa variante de laboratorio denominada “come cerebros”.
Estos especialistas de Beijín vinculados al ejército de China clonaron un virus similar al SARS-CoV-2 y lo llamaron GX_P2V, el cual es considerado letal tras realizar distintas pruebas en ratones.
Según las muestras, a diferencia del virus base que se radica en los pulmones causando complejos cuadros de neumonía, este tiene una preponderancia en la zona del cerebro y acabó con los ratones en tan solo 8 días.
La ética científica
Ante la aparición de esta variante creada en un laboratorio, la comunidad científica mundial puso el foco tanto en la necesidad como en la bioseguridad llevada a cabo para poder realizar un experimento tan riesgoso.
Por ejemplo, el profesor Francois Balloux, experto en enfermedades infecciosas del University College de Londres no dudó en dejar su postura a través de la redes y calificó la investigación como "terrible y científicamente inútil".
Por otro lado, algunos científicos decidieron tomar el tema con un poco más de distancia emocional y manifestaron que aún no está claro las consecuencias que podría tener esta variante mutante del Covid, dado que la anterior que provocó un alerta mundial también tuvo el 100% de mortalidad en los ratones pero luego, no sucedió lo mismo en los humanos.