El origen del tenedor se remonta a la antigüedad, cuando lo seres humanos utilizábamos armas o herramientas como pinchos o tridentes entre otros para servir o comer alimentos sólidos, como carne o pescado.
Uno de los primeros antecedentes históricos del tenedor en su función de cubierto de mesa aparece recién en la corte bizantina del siglo XI, donde se usaba un pincho de oro de un solo diente para comer sin mancharse las manos. Este pincho fue introducido en Europa occidental por la princesa Teodora, hija del emperador Constantino Ducas, al casarse con el duque de Venecia en 1075.
Por aquel entonces, el uso del tenedor revolucionó la sociedad y causó un escándalo y hasta el rechazo entre los europeos, que lo consideraban un instrumento diabólico, una ofensa a Dios e incluso, hasta una muestra de soberbia y refinamiento excesivo. Recordemos que hasta esa época, se prefería comer con las manos o las tradicionales cucharas y cuchillos.
El tenedor se popularizó en Italia a partir del siglo XIV, gracias a la influencia de las familias nobles, quienes con el tiempo, lo adoptaron como signo de distinción y elegancia. Por ejemplo, los tenedores italianos eran de dos dientes y su función principal, era utilizarlos para comer pastas.
Sin embargo, su expansión territorial, comenzó entre el siglo XVI y XVIII, impulsado por algunos monarcas y viajeros que lo conocieron en Italia y lo llevaron a sus países. Según cuenta la historia, algunos de ellos fueron Enrique III de Francia y Tomás Becket de Inglaterra.
A lo largo del tiempo, el tenedor evolucionó en su forma y función, ganando más dientes, y adaptándose a diferentes tipos de alimentos. Así surgieron sus múltiples variantes: el tenedor de mesa, el tenedor de postre, el tenedor de ensalada, el tenedor de carne, el tenedor de pescado, el tenedor de queso, el tenedor de marisco, el tenedor de fondue, el tenedor de espagueti y el tenedor de cóctel.
La historia del tenedor en América Latina
El tenedor llegó a América Latina con la conquista española y portuguesa a partir del siglo XVI. Sin embargo, su uso no se generalizó hasta el siglo XIX, cuando se instalaron las primeras fábricas de cubiertos en países como Argentina, Brasil o México.
Desde allí, se incorporó a la cultura gastronómica latinoamericana, que combinaba elementos indígenas, europeos y africanos.
¿En todo el mundo se usa el tenedor?
En la actualidad, el tenedor es un utensilio universal que se usa en casi todas las cocinas del mundo, no obstante, existen algunas excepciones o variantes según las tradiciones locales. Por ejemplo, en China y Japón se usan los palillos; en India y algunos países árabes se usa la mano derecha; en Etiopía se usa el pan injera; y en algunos países africanos se usa una bola de harina llamada fufu.
La cuchara, el cubierto más antiguo de la humanidad
La historia de la cuchara es muy antigua y fascinante. Es un utensilio que consiste en una cabeza cóncava y un mango, que se usa para comer o servir alimentos líquidos o semilíquidos, y algunos sólidos que no se pueden levantar con un tenedor.
La cuchara tiene su origen en la prehistoria, hace unos 20.000 años, cuando el hombre primitivo usaba conchas, huesos o piedras para beber o comer sopas.
Sin embargo, la cuchara como cubierto de mesa se desarrolló en el Antiguo Egipto, donde se fabricaban cucharas de marfil, piedra, madera y oro, muchas de ellas talladas con símbolos religiosos.
Los antiguos griegos y romanos también usaban cucharas de bronce, plata y marfil, y algunas tenían el mango puntiagudo para funcionar como tenedores o cuchillos. En la Edad Media, se hacían de cuerno de vaca o madera, pero también de latón, peltre y plata.
Una de las cucharas medievales más famosas es la Cuchara de la Unción, que se usa en la coronación del soberano británico. En el Renacimiento se adornaron con motivos artísticos y heráldicos, y se diversificaron según su función. Así surgieron el cucharón, la cuchara sopera, la cuchara de postre, la cuchara de té y la cucharilla de café.
En la actualidad, las cucharas son cubiertos universales que se usan en casi todas las cocinas del mundo. Están hechas de metal, madera, porcelana o plástico, y tienen diferentes formas y tamaños según el tipo de alimento que se quiera comer o servir.