Las suculentas, con su diversidad de formas y colores cautivadores, se han convertido en las consentidas de los aficionados a la jardinería en interiores y exteriores. Y ahora, aprenderemos cómo potenciar aún más su belleza y vitalidad a través de la técnica de decapitación.
Te explicaremos de que se trata, por qué, cuándo y cómo llevar a cabo este proceso que está conquistando a los amantes de las suculentas, estas bellísimas plantas exóticas y decorativas.
Decapitación de suculentas
Razones por las que se decapitan
Las suculentas, también conocidas como plantas crasas, son famosas por su capacidad de almacenar agua en sus hojas carnosas. Estas adaptaciones únicas les permiten sobrevivir en entornos áridos y prosperar en condiciones de escasez de agua. Sin embargo, a veces, el crecimiento descontrolado, la falta de luz, lluvias y vientos fuertes u otros problemas pueden afectar su apariencia y salud. Es aquí donde entra en juego la decapitación.
Este proceso se realiza en suculentas que tienen forma de rosetas y consiste en cortar un tallo separando una roseta o el extremo superior del mismo.
Te podría interesar
Decapitar sirve para recuperar o salvar una parte de la suculenta, incluso para fortalecerla. También puede utilizarse para corregir su forma cuando, por ejemplo, se etolia por lo tanto se deforma y debilita. Otra finalidad de este procedimiento es puramente para reproducción por esqueje de tallo.
Cómo decapitar una suculenta
El procedimiento es sencillo, necesitas una tijera o algún elemento para cortar. Este debe estar desinfectado con alcohol para evitar contaminar la planta.
Con mucho cuidado corta el tallo, separando la roseta. Luego, tienes que dejar cicatrizar el corte que queda en la planta y el de la roseta que separaste. Lo ideal es dejarlo en una zona aireada, donde no le de el sol directo, por 3 días aproximadamente.
Una vez que cicatrizo el corte, puedes pasar la roseta a una maceta pequeña, con sustrato completamente seco. Te recomendamos que cortes algunas de las hojas que están en la parte inferior para despejar el tallo y poder introducirlo en el sustrato correctamente.
En esa maceta debes tenerla por 10 días sin ningún tipo de riego, para que comience a desarrollar raíces. Debes tener paciencia y no mover la suculenta para chequear si tiene raíces porque de esta manera se interrumpe el proceso.
Después de esa semana, comienza con riegos superficiales no más que dos veces por semana. Cuando enraíza te darás cuenta porque cambia la forma, tiene mas vitalidad y comenzarán a crecer hojas pequeñas.
Ahora que sabes cuándo actuar y cómo realizar el procedimiento adecuadamente, podrás disfrutar de suculentas más vigorosas y atractivas en tu hogar o jardín.