María Magdalena es una de las personalidades históricas más controversiales de la época de Jesucristo y sobre su memoria y su cuerpo inmóvil pende una particular leyenda.
Durante la época evangelizadora y porque no revolucionaria de Jesucristo, María Magadalena fue una de las mujeres que supo mantenerse a su lado y cuestionada casia la par de él.
Si bien no se sabe a ciencia cierta que fue de su vida tras el paso de Jesús por la tierra, algunos aseguran que terminó sus días con San Juan y la Santísima Virgen en Éfeso. Otras versiones sostienen que escapó junto a Lázaro hasta llegar a las costas de Galia.
No obstante, María Magdalena evangelizó parte de Francia y paso sus últimos días en una cueva en Provenza hasta sus últimos días.
Pero pese a su destino incierto y errante, la leyenda de María Magadalena comenzó de manera póstuma y encierra una misteriosa característica en torno a su cuerpo.
La misma comenzó por el año 1279 cuando en unas excavaciones ordenadas por el rey Carlos II, los restos de María Magdalena fueron encontrados intactos junto a una tabla de madera envuelta en cera.
Aroma a rosas
A la hora de narrar el momento, se dice que cuando se abrió por primera vez la tumba había un maravilloso "olor a rosas" que llenaba el aire del recinto.
El cuerpo fue sacado de allí y aún hoy, el cráneo de María Magdalena continúa en conservación 2 mil años después en una pequeña ciudad de Francia. Muchos testigos aseguran que aún perdura el característico "aroma de rosas".