Muchos padres y madres se preguntan si es necesario recompensar a los hijos con cada cosa que hacen bien. Los expertos en psicología nos explican por qué esta práctica puede ser contraproducente y qué alternativas existen.
Cuando elegimos ser padres, hay muchas cosas que no sabemos, pero lo que sí tenemos claro desde un principio, es que nos enfrentaremos con miedos, dudas e incertidumbre. Una de las cosas que más nos preocupan a todos, es educar a nuestros hijos de manera correcta. Para ello, es fundamental utilizar la psicología adecuada.
Uno de los temas más recurrentes entre las mamás y papás, es saber si es necesario premiar a los hijos con cada cosa que hacen bien. ¿Es bueno darles un regalo, un dulce, un dinero o una salida cada vez que cumplen con sus obligaciones o se portan bien? ¿Les estamos motivando o les estamos generando dependencia? Para tener un panorama más claro sobre el tema, queremos contarte qué recomiendan los expertos en psicología, para que la crianza de tus pequeños sea lo más equilibrada posible.
¿Qué es el premio y qué efectos tiene en los hijos?
El premio es una forma de reforzar el comportamiento de los hijos, mediante la entrega de un objeto, una actividad o una experiencia que les resulte agradable o deseable. El objetivo del premio es aumentar la probabilidad de que los hijos repitan el comportamiento que nos gusta o qué esperamos de ellos.
Sin embargo, el premio también tiene efectos negativos, que pueden perjudicar el desarrollo de los hijos. La terapeuta familiar Carolina Orellana, ha explicado desde sus redes sociales, que premiar a los chicos cada vez que hacen las tareas, comen sus alimentos, ordenan su cuarto, entre algunos ejemplos, no los estará motivando, sino que les estará generando dependencia.
“Estamos cosificando la acción. Les estamos enseñando que con cada acto que nosotros consideremos que es bueno, ellos deben ser recompensados. Así, los hacemos necesitados de ese objeto”.
Según la psicología, el premio puede tener los siguientes efectos negativos en los hijos:
- Reduce la motivación intrínseca, es decir, el interés y el placer por hacer las cosas por sí mismos, y la sustituye por una motivación extrínseca, es decir, por el deseo de obtener el premio.
- Disminuye el valor de la acción, ya que los hijos la hacen solo por el premio, y no por el aprendizaje, el esfuerzo o el sentido que tiene para ellos.
- Genera una actitud egoísta, manipuladora y exigente, ya que los hijos aprenden a negociar, a pedir más o a chantajear para conseguir el premio que quieren.
- Crea una dependencia del premio, ya que los hijos se acostumbran a recibir algo a cambio de todo lo que hacen, y no son capaces de actuar sin él.
- Provoca frustración, ansiedad y baja autoestima, ya que los hijos se sienten mal cuando no reciben el premio, o cuando no lo consideran suficiente o justo.
Por eso, los expertos afirman que debemos insistir en que el premio no es el mejor (no el único) recurso educativo, sino que existen otras alternativas mucho más eficaces.
¿Qué es el elogio y qué beneficios aporta a los hijos?
El elogio es una forma de reforzar el comportamiento de los hijos, mediante la expresión verbal o gestual de nuestra satisfacción, admiración o reconocimiento. El objetivo del elogio es valorar el comportamiento de los hijos, y hacerles sentir bien consigo mismos.
A diferencia del premio, el elogio no tiene efectos negativos, sino que aporta muchos beneficios al desarrollo de los hijos. La terapeuta explica que en lo que sí debemos trabajar es en la felicitación. En el efecto moral del: “Lo hiciste muy bien hijo”, “Me siento orgullosa de vos”, “Qué bien que lo estás haciendo”, “Te felicito”, etc. El mejor premio es nuestra palabra, nuestro acompañamiento.
Según la psicología, el elogio tiene los siguientes beneficios para los hijos:
- Aumenta la motivación intrínseca, ya que los hijos se sienten orgullosos de lo que hacen, y quieren seguir aprendiendo y mejorando.
- Potencia el valor de la acción, ya que los hijos la hacen por el sentido que tiene para ellos, y no por el premio que reciben.
- Fomenta una actitud cooperativa, responsable y agradecida, ya que los hijos aprenden a colaborar, a cumplir con sus deberes y a apreciar lo que tienen.
- Crea una independencia del elogio, ya que los hijos no necesitan recibirlo constantemente, sino que se basan en su propio criterio y autoevaluación.
- Genera satisfacción, confianza y alta autoestima, ya que los hijos se sienten bien con lo que hacen, y se valoran a sí mismos.
¿Cómo elogiar correctamente a los hijos?
El elogio es una herramienta muy poderosa para educar a los hijos, pero también hay que saber usarla correctamente. No se trata de elogiar por elogiar, sino de hacerlo de forma adecuada y oportuna. Para ello, los expertos en psicología nos dan los siguientes consejos:
- Elogiar el proceso, no el resultado. Es decir, valorar el esfuerzo, el aprendizaje, la mejora, la perseverancia, la creatividad, etc., que los hijos han puesto en la acción, y no solo el producto final. Por ejemplo, en vez de decir “Qué bonito dibujo has hecho”, decir “Qué bien has pintado los colores, se nota que has practicado mucho”.
- Elogiar lo específico, no lo general. Es decir, destacar el aspecto concreto que nos ha gustado o sorprendido de la acción, y no usar frases vagas o genéricas. Por ejemplo, en vez de decir “Eres muy inteligente”, decir “Has resuelto muy bien ese problema, has usado una buena estrategia”.
- Elogiar lo realista, no lo exagerado. Es decir, ajustar el elogio a la realidad y a las capacidades de los hijos, y no usar palabras o tonos que puedan sonar falsos o desproporcionados. Por ejemplo, en vez de decir “Eres el mejor del mundo”, decir “Eres muy bueno en esto, me alegro por ti”.
- Elogiar lo oportuno, no lo tardío. Es decir, elogiar en el momento en que los hijos hacen la acción, o lo más pronto posible, y no esperar a que pase mucho tiempo o a que se nos olvide. Por ejemplo, en vez de decir “Ayer hiciste muy bien la tarea”, decir “Has hecho muy bien la tarea, te felicito ahora mismo”.
- Elogiar lo positivo, no lo negativo. Es decir, enfocar el elogio en lo que los hijos han hecho bien, y no en lo que han hecho mal o podrían hacer mejor. Por ejemplo, en vez de decir “Has sacado un 8, pero podrías haber sacado un 10”, decir “Has sacado un 8, qué buen trabajo”.
Estos son algunos consejos que te pueden ayudar a elogiar correctamente a tus hijos, y a mejorar su desarrollo y su relación con ellos. Recuerda que el elogio es el mejor premio que puedes darles, y que les hará sentir bien y crecer como personas. Esperamos que este artículo te haya sido útil y que lo pongas en práctica.