A pesar del aspecto sencillo de su flor amarilla con pétalos blancos, la manzanilla esconde propiedades que la han hecho popular desde tiempos muy antiguos.
Los griegos y los romanos la tenían como la planta favorita del boticario medicinal.
La manzanilla es una hierba perenne originaria de Europa occidental y del norte de Asia. Tanto por su fama en el uso ornamental, como por sus propiedades cosméticas y medicinales, se ha distribuido rápidamente por todo el mundo.
Su nombre científico es Chamaemelum, que proviene del griego y significa “manzana de tierra”, por la similitud en su aroma a la fragancia de esa fruta. De sus variedades, las que se consumen son la alemana y la romana. La primera de un sabor un tanto más amargo y concentrado.
Esta hierba se ha hecho muy conocida por sus propiedades cosméticas y medicinales, y en los últimos años se ha incorporado como ingrediente en la elaboración de cervezas artesanales e industriales.
En cosmética: Es muy utilizada en los shampúes y enjuagues como aclarante del cabello. También en lociones, cremas o ungüentos que se emplean en tratamientos dermatológicos para combatir el acné y las irritaciones de la piel.
Un uso frecuente para relajarse, es la manzanilla en esencias y aceites naturales para masajes y tratamientos de aromaterapia.
La manzanilla posee propiedades antioxidantes, antiinflamatorias y antiespasmódicas. Es una hierba con amplios poderes para combatir la ansiedad y el estrés. Uno de sus componentes, la apigenina, resulta efectiva para provocar somnolencia, ayudando a conciliar el sueño.
Es un poderoso estimulante digestivo y regulador de los procesos inflamatorios intestinales.
Por sus propiedades antiespasmódicas, se usa popularmente para aliviar los síntomas menstruales.
Se debe evitar la ingestión de manzanilla en las embarazadas.
Cómo preparar una infusión de manzanilla
A la hora de procurar un buen descanso o una buena digestión, lo ideal es preparar y tomar un té de esta maravillosa planta.
Para esta preparación solo utilizaremos las flores secas de la manzanilla.
- Hervir 250 ml de agua.
- Añadir 2 cucharadas de flores secas de manzanilla.
- Dejar reposar 10 minutos y colar las flores. Beber la infusión.
Ya sea que prepares la infusión de manzanilla con las flores secas, o sencillamente con un té en saquitos comprado, el resultado será el mismo: Un reconfortante estado de bienestar natural.