Las alhajas siempre encierran algún secreto. Al ser objetos valiosos que se heredan, van construyendo con el paso del tiempo su propia historia. El caso del Diamante Hope es muy curioso.
Cuenta la leyenda que el Diamante Hope se convirtió en una gema maldita, y que todos aquellos que lo tuvieron en su poder sufrieron horribles situaciones. Poco se sabe su misterioso origen, una piedra preciosa de poco más de 45 kilates, de un intenso color azul cristalino.
Se dice que la gema fue encontrada por unos agricultores del sur de la India. Al ser una pieza tan magnífica, quedó en posesión de los reyes de Golconda, quienes lo utilizaron para embellecer la imagen de uno de sus dioses.
El Diamante fue robado por encargo del famoso comerciante francés Jean-Baptiste Tavernier entre los años 1631 y 1668, con la intención de vendérselo al Rey Luis XIV quien lo integró junto a otros diamantes a las famosas Joyas de la Corona de Francia. Años después llega a manos de Luis XVI y María Antonieta, quien tiene poca oportunidad de lucirlo antes de su trágica muerte.
La maravillosa joya fue nuevamente robada y por un tiempo se le perdió todo rastro, hasta que en el año 1812 se exhibió en Londres un diamante de igual tamaño y color. Obviamente, todos sospecharon que se trataba del mismo.
La pieza fue comprada por el banquero holandés Henry Philip Hope, que le dio el nombre. Su descendiente tuvo que venderlo para afrontar muchas deudas y es así como en el año 1910 llegó a las manos de los hermanos Cartier.
Estos joyeros parisinos intentaron venderlo a todo magnate europeo o norteamericano que pasara por ahí. Finalmente, lo compró la hija de un millonario de Colorado, Evalyn Walsh McLean. Una mujer excéntrica que para escandalizar a sus invitados, colocaba el Diamante Hope a su perro.
La maldición hizo su efecto, ya que Evalyn murió en 1947 a los 60 años, producto de una letal combinación de cocaína y neumonía.
En una de sus últimas cartas al Times Herald escribió:
“Es algo extraño y temible, cuánta gente que lo ha tocado ha tenido unas muertes no naturales y, en muchas ocasiones, horribles”.
Su muerte, solo acrecentó la maldición del Hope en las mentes de sus admiradores, salvo para el joyero neoyorquino Harry Winston, que lo adquirió como si se tratase de una estrella de Hollywood.
Finalmente, en el año 1958 este joyero sorprendió a todo el mundo cuando donó el Diamante Hope al Museo Smithsonian de Historia Natural de Washington, en agradecimiento al pueblo norteamericano de parte del hijo de un inmigrante ucraniano.
Y así termina esta leyenda, de la cual nos venimos a enterar de que casi todo lo maldito de esta hermosa piedra preciosa, fue un invento creado por el joyero Pierre Cartier. Quien decidió exagerar la supuesta maldición del Diamante Hope para lograr venderlo, y Evalyn Walsh cayó en su trampa.