Sábado 16 de Agosto 2025
DEPORTES

De la consola al coliseo: el hechizo de Terence Atmane en Cincinnati

El francés se estacionó en semifinales y vive la mejor semana de su vida deportiva. Esta es su historia.

(Fuente: CincinattiTennis)
Escrito en DEPORTES el

En Cincinnati, un desconocido con alma de coleccionista se convirtió en protagonista. Terence Atmane, francés, zurdo, surgió de la fase previa como quien aparece en medio de una novela sin anunciarse y transforma la trama. 

En un torneo gobernado por nombres ilustres, él rompió el guion y lo reescribió. Nunca había superado la tercera ronda de un ATP, jamás había vencido a un Top 10, y sin embargo, esta semana derribó gigantes. Primero Taylor Fritz, luego Holger Rune. Como en un videojuego que escala de dificultad, el siguiente jefe final se llama Jannik Sinner, el No. 1 del mundo, esperando en semifinales.

Atmane juega como quien no debe favores, como quien lleva en el bolsillo una vieja carta Pokémon con poderes invisibles. Porque esa carta existe: Kyogre ex, del mazo Crystal Guardians, la joya de una colección que inició en 2007 y conserva como talismán. Dice que el tenis fue un accidente, que lo descubrió por videojuegos, que la PlayStation lo hizo imaginar rallies, y fue su madre quien, cansada de tanto joystick, lo empujó al club con una raqueta nueva. Desde entonces, no ha parado.

(Fuente: L´Equipe)

Cuando no está en las pistas, hace magia literal. Prestidigitación con cartas, ilusiones en las manos, tres gatos como cómplices silenciosos. Lo apodan El Mago, y no por casualidad. Gaël Monfils comparte esa afición, aunque esta semana el francés más encantador del circuito es él. Con su arremetida en Cincinnati, escaló 67 posiciones hasta el No. 69 del ranking, y se embolsó más de 332 mil dólares, un premio superior a todo lo ganado en el año. Y lo hizo sin patrocinadores, sin estampa mediática, solo con tenis y encanto.

(Fuente: NYT)

En el ATP Challenger Tour también dejó huella, con títulos en Busan y Cantón, como quien construye su leyenda en arenas secundarias antes de irrumpir en el coliseo principal. Su ídolo es Fernando González, otro zurdo de corazón volcánico. Atmane se parece más a un personaje que a un atleta, con narrativa propia, con motivos ocultos, con gestos que parecen parte de un universo paralelo. Y ahora, en la semifinal, no busca sólo una victoria: busca perpetuar su conjuro.