Mientras en las transmisiones de fútbol masculino fogonean que "lo que se viene" es el fútbol mixto y que dentro de unas décadas tendrá sus torneos oficiales organizados por FIFA, las niñas futbolistas son excluidas de equipos donde priman los varones.
Tal es el caso de Emma Rodríguez, una muchachita de 12 años que vive en Guaminí, provincia de Buenos Aires (PBA), y siente un inmenso amor por el fútbol desde temprana edad.
En su niñez, Emma empezó a jugar en un equipo mixto, pero la Liga Regional de Coronel Suárez se niega a ficharla, desde una posición misógina que la margina por ser nena.
La madre y el padre de Emma ya presentaron una denuncia por discriminación ante el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI).
Emma quiere jugar al fútbol y no la dejan las instituciones que regulan el fútbol infantil. La joven futbolista llegó a una edad donde se roza la pubertad y el fútbol deja de considerarse recreativo.
Alrededor de los 12 años, este deporte muta de la concepción de "escuelita" a la participación en torneo competitivos, donde se miden clubes de una amplia región.
Estela Díaz, ministra de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual bonaerense, se hizo eco de este conflicto y sumó su apoyo a la lucha que está atravesando la familia Rodríguez, cuyo pedido se ha viralizado en redes sociales mediante el hashtag #DejenJugarAEmma.
Emma no está sola, y cuenta también con la compañía de Macarena Sánchez, jugadora de San Lorenzo y presidenta del Instituto Nacional de la Juventud, quien cumple un rol fundamental para la visibilización de las mujeres en el fútbol profesional.