Los medios de comunicación se llenaron de notas sobre los carpinchos “de Nordelta”, la web se pobló de fanáticos, defensores y detractores, recetas para cocinarlos, olas de memes y hasta fueron tendencia nacional.
Pero… ¿cuál es realmente el meollo del asunto?
Te contamos la verdad de una nueva grieta que parece abrirse entre los argentinos.
El problema de la “titularidad” de las tierras nos remonta a la época de la conquista, donde los pobladores locales fueron invadidos, masacrados y desplazados por la llegada de los españoles que poéticamente llamaron a esto “Colonización”.
Pasaron siglos y las poblaciones originarias de nuestro país aún continúan sus legítimos reclamos por no ser desalojados de las tierras de sus ancestros, por mantener sus costumbres, en los lugares más recónditos de Argentina, frente a un capitalismo que —en la década del 90— avanzó sin miramientos sobre sus derechos.
En la Patagonia, empresarios extranjeros —como fue el caso de Benetton— vinieron al país y en momentos de paridad cambiaria (1 peso igual a1 dólar) “compraron”,en operaciones que a la luz del día lucen turbias, tierras que “no eran de nadie” por valores irrisorios, adueñándose de este modo de gran parte de nuestra Patagonia.
Sin voz ni voto
Los carpinchos aparecen ahora como invasores de un área donde fueron los pobladores originarios.
Un día llegaron ellos, quienes creen que por tener dinero pueden llevarse el mundo por delante, y decidieron que querían vivir ahí, construir, arremeter contra el equilibrio ecológico de la zona.
Desmontaron, quemaron, arrasaron y construyeron. Ignoraron la sabiduría que tiene la naturaleza, no les importó dejar sin hábitat a la fauna autóctona local.
Ojala todos pudiéramos comprender que dinero significa precio, mercado de intercambio; el valor, lo valioso, pasa por otro lado.
La cuestión ambiental
A diario asistimos a los eventos naturales, cambios de clima, inundaciones, sequía, pero no nos preguntamos por qué.
Las extensas porciones de territorio en manos de intereses foráneos han puesto a nuestras tierras al servicio del capital.
Los campos son explotados con recursos que los desmineralizan y les hacen perder las propiedades del suelo, los bosques desmontados, las montañas explotadas en búsqueda de oro.
Todo esto conlleva a cambios y desequilibrios en los ecosistemas locales, provocando así las nuevas inclemencias del clima a nivel regional.
Fuente: (TVP)