Cuando Diego Armando Maradona salió a la cancha de Gimnasia el 30 de octubre de 2020 para la celebración de sus 60 años, el mundo pudo darse cuenta que algo no estaba bien.
La tarde de la navidad maradoniana caía en el bosque platense y el astro cumplía presencia muy a su pesar, en una jornada de malestar físico, luego de una noche de borrachera, y según cuentan, la última.
La "noche buena" del 10 había estado acompañado por su hija Jana y por el polémico círculo de aquellos tiempos del barrio privado de Brandsen. No hay contradicciones en los relatos: Diego tomó mucho esa noche.
Por la mañana, recibió visitas. El afectuoso arquero de Gimnasia, Jorge Broun, intentó animarlo sin mucho éxito. Su compañero en la dirección técnica del equipo, Sebastían Méndez, también lo pasó a saludar y, tiempo después, todavía se arrepentía de haberle insistido en que fuera a la cancha esa tarde.
Fuente: (TNT Sports).
Yo quería que el día de su cumpleaños estuviera en la cancha—recordó en una enttevista con Clarín —. Pero después me lo reproché
La visita de su hijo menor Diego Fernando fue el único motor para salir de la cama, soplar velitas y sacarse alguna foto. El malhumor reinaba y Diego demandaba que lo que dejaran hacer lo que él quisiera. "Ya tengo 60 años", repetía el astro.
Sus padres, la "Tota" y "Chitoro", eran pensamientos recurrentes y motivo de una profunda depresión. La cuarentena y el (siempre) maldito entorno colaboraron en la caída estrepitosa de la figura.
En los 18 minutos que accedió a estar en el estadio de Gimnasia, se pudo ver el principio del fin. Ese ya no era Diego. A los pocos días la descompensación, la intervención quirúrgica y el triste final en la casa del Tigre.