En las últimas horas, la hija del expresidente Carlos Ménem, Zulemita, ha promocionado en sus historias de Instagram una cuenta en honor a su padre bajo el nombre de "Menemovil".
Para quienes vivieron los 90, seguramente los recordarán como una época de alegría y de glamour. El problema es que a esa fiesta de unos pocos invitados la terminó pagando el pueblo.
Los trabajadores solventaron el derroche con flexibilización laboral, el comerciante de barrio vio cómo día a día se empobrecía a manos de las grandes cadenas de hipermercados, y las pequeñas empresas familiares se fundieron a la par de la proliferación de los locales de “todo por $2”
La cultura del “fast food” se instaló en nuestro país, y destruyó todo con el avance de la globalización.
Entonces ¿por qué recordamos los 90 como años de oro?
La realidad es que esos años marcaron un punto de inflexión entre quienes habíamos nacido y crecido como niños “analógicos” y el nuevo universo comunicacional que comenzaba a abrirse con la proliferación de Internet y la llegada de las nuevas tecnologías.
Ese escenario abrió un mundo fascinante que permitió la llegada de productos extranjeros, tanto culturales como de consumo masivo; la paridad cambiaria posibilitó el proceso.
Y aquí me detengo, al mencionar “paridad cambiaria”. Es que el 1 a 1 no era tal sino la entrega indiscriminada a intereses foráneos de todo lo que como país soberano “supimos conseguir”.
Se entregó desde los trenes, hasta las empresas proveedoras de luz, gas, agua. Alguna vez la luz fue SEGBA, el gas “del Estado” y Obras no era solamente un estadio para conciertos: el agua pertenecía a Obras Sanitarias de la Nación.
Los trenes surcaban todo el territorio, andaban más o menos, llegaban tarde, pero unían a todo el país y, lo más importante, permitían abaratar costos de transporte, fundamental si nos referimos al transporte de cargas, uno de los ítems que encarecen los productos y alimentos.
Pizza con champagne
En los 90, vendieron todo lo que nos pertenecía, lo que construía nuestra soberanía y, unos pocos, se patinaron “la guita” en festejos.
Nos quedamos atorados en el concepto de la pizza con champagne: la pizza representando la clase social de la cual querían escapar y el champagne a la que deseaban acceder.
¿Alguien quiere volver a subir al Menemovil?