Hay recetas que atraviesan generaciones y siguen enamorando con la misma fuerza de siempre. Una de ellas es, sin duda, la torta de ricota. De origen italiano, esta delicia se reinventó en hogares de todo el mundo, pero sin perder lo que la hace única: su equilibrio entre lo dulce, lo cremoso y lo reconfortante.
¿El secreto de esta receta? La ricota, ese queso fresco y suave que se convierte en una caricia al paladar. Perfecta para compartir con amigos o como mimo en una tarde tranquila, esta torta tiene todo para transformarse en tu nueva favorita.
Ingredientes (molde desmontable de 22 cm)
Para la masa:
240 g de harina leudante
110 g de azúcar
1 huevo
1 yema
125 g de manteca fría
2 cucharadas de leche
Para el relleno:
600 g de ricota
150 g de azúcar
100 cc de crema de leche
2 yemas
1 cucharada de extracto de vainilla
1 cucharada de ralladura de naranja
Preparación paso a paso
La masa: Mezclá la harina, el azúcar y la manteca en cubos con los dedos hasta obtener una textura arenosa. Sumá el huevo, la yema y la leche. Formá una masa pareja sin amasar demasiado. Envolvela en film y refrigerá por 1 hora.
El relleno: Batí todos los ingredientes hasta lograr una mezcla lisa. Si querés una textura extra suave, usá mixer o procesadora.
Armado: Estirá la mitad de la masa y forrá el molde previamente enmantecado y enharinado. Verté el relleno y distribuí bien. Estirá la masa restante entre papel manteca (¡bien fría!) y colocala por encima.
Horno: Cociná a 180?°C durante 45 minutos o hasta que esté dorada. Dejá enfriar completamente antes de desmoldar.
Toque final: Espolvoreá con azúcar impalpable y serví con una infusión o café humeante. ¡Una pausa dulce y perfecta!
Esta torta de ricota es más que un postre: es un abrazo en forma de receta, una excusa deliciosa para reunirse o regalarte un momento especial.