¡Sí, leíste bien! La morcilla, ese infaltable de los asados que muchos subestiman por desconocimiento, resulta ser una bomba nutricional cargada de beneficios que quizás no imaginabas. Más allá de su sabor intenso y su textura irresistible, esconde un perfil vitamínico y mineral que la posiciona como uno de los superalimentos más inesperados de nuestra cocina.
Nutrición que se nota y se siente
Cada 100 gramos de morcilla aportan:
Proteínas: 11 g
Carbohidratos: 3,2 g
Grasas monoinsaturadas: 13,5 g
Grasas poliinsaturadas: 2,5 g
Agua: 55 g
Y eso no es todo: es una fuente rica en vitaminas A, B1, B2, B3, B6, B12, E y ácido fólico, más una dosis generosa de calcio, zinc, potasio, fósforo, hierro y magnesio. ¡Un cóctel de nutrientes en cada bocado!
¿Qué beneficios aporta a tu salud?
Aliada contra la anemia: Gracias a su contenido de hierro, favorece la producción de glóbulos rojos y combate el cansancio.
Músculos en forma: Aporta proteínas claves para el desarrollo y mantenimiento muscular.
Corazón feliz: Aunque parezca lo contrario, solo contiene 18 mg de colesterol por porción de 100 g, además de ácidos grasos en niveles aceptados por la OMS.
Apta para dietas bajas en carbohidratos: Con apenas 3 % de las necesidades diarias de hidratos, se convierte en un snack ideal para diabéticos o dietas keto.
¿Y el colesterol?
Un estudio de la Clínica Universidad de Navarra afirma que 100 g de morcilla aportan 70 mg de colesterol. Si estás controlando tus niveles, consumila con moderación, ¡pero sin miedo!
La próxima vez que veas una morcilla chisporroteando en la parrilla, acordate: no solo estás ante una delicia criolla, estás frente a una fuente poderosa de nutrientes esenciales. ¡Dale el lugar que se merece en tu alimentación saludable y disfrutala con orgullo!