Con las bajas temperaturas como telón de fondo, julio se presenta como el mes perfecto para empezar una huerta en casa. Sí, en pleno invierno. Con el frío como aliado y un riego bien pensado, el esfuerzo es mínimo y los beneficios, máximos: menos malezas, menos agua, y una variedad de cultivos y hierbas listas para florecer.
Una de las claves es elegir especies que se adapten bien al clima fresco. Verduras como espinaca, puerro, apio, brócoli o lechuga criolla no solo toleran el frío: ¡lo disfrutan! Aplicar mulching —una capa de hojas secas que abriga el suelo— ayuda a conservar la temperatura y proteger las raíces. Y ojo al riego: mejor al mediodía, cuando el sol acompaña, para evitar hongos y bichitos indeseables.
¿Querés una lista de siembra segura? La acelga se planta profundo y junto a sus compañeras de raíz —como rabanitos, zanahorias y cebollas de verdeo— forma un escuadrón resistente. Las habas, bien remojadas, son ideales para llenar la mesa de proteínas. Y el ajo, plantado con distancia, puede convertirse en la estrella de tus guisos.
Las aromáticas también tienen su lugar en esta sinfonía invernal. El romero, el tomillo y el perejil se bancan el clima como campeones. La albahaca necesita abrigo hasta que se despida la helada, pero recompensa con aroma y frescura inigualables.
Hacer una huerta en julio es más que sembrar: es cultivar bienestar en tu propio rincón verde. Con un poco de dedicación y buen humor, hasta el invierno puede darte frutos.