En épocas de bajas temperaturas, cuidarnos del frío se convierte en una necesidad urgente. Pero no siempre contamos con todos los recursos que quisiéramos. Como decía mi abuela, cuando faltan medios, tiene que aparecer la creatividad. Por eso, frente a los duros días de invierno que nos propone el clima en Argentina, te invito a recorrer cuatro estrategias efectivas para enfrentar el frío con lo que ya tenés en casa y un gasto mínimo.
1. Sellar rendijas y bloquear corrientes de aire
El 25% del calor se pierde por filtraciones en puertas y ventanas. Podés usar trapos enrollados, toallas viejas o incluso almohadones para tapar rendijas y la parte baja de las puertas, si tu situación es no poder invertir un solo peso. Ahora bien, si estás en condiciones de hacer una inversión baja, toma las medidas de las ventanas y puertas que querés cubrir y comprá plástico de burbujas, cuya instalación en ventanas es una técnica sencilla que mejora el aislamiento térmico del hogar.
El proceso de instalación consiste en limpiar bien la superficie del vidrio, cortar el plástico según el tamaño deseado, adherirlo con cinta de doble cara, presionarlo firmemente para evitar arrugas y finalmente sellar los bordes con velcro o calor para asegurar una mayor duración. Con estos pasos, se logra una instalación efectiva que contribuye a mantener una temperatura interior más estable durante los meses fríos.
Entre los beneficios más destacados del plástico de burbujas se encuentran el ahorro energético gracias a la reducción de pérdida de calor, el aumento del confort térmico, su bajo costo y la facilidad tanto para colocarlo como para retirarlo. Aunque puede difuminar un poco la luz, permite el paso de iluminación natural y es seguro para niños y mascotas si se instala correctamente. Es una opción accesible y práctica frente a alternativas más costosas como los vidrios dobles.
2. Colocar alfombras o frazadas en los pisos fríos
Cubrir los pisos fríos con materiales como frazadas, alfombras, cartón o papel de diario ayuda a crear una barrera térmica entre el cuerpo y las superficies que más rápido pierden calor. El piso, sobre todo si es de cerámica, cemento o mármol, absorbe la temperatura del ambiente y la transmite hacia abajo. Al colocar una capa de aislamiento (aunque sea casera) se reduce esa transferencia de calor, conservando mejor la temperatura dentro del ambiente y brindando una sensación inmediata de abrigo, especialmente en los pies.
Además, estos materiales retienen una pequeña capa de aire entre el piso y su superficie. Ese aire funciona como aislante natural: al estar más “quieto”, se enfría menos rápido que el suelo expuesto. Cuanto más denso sea el material que usemos (como varias capas de diario o una frazada gruesa), mayor será el efecto. Esta estrategia, tan simple como efectiva, puede marcar una gran diferencia en hogares donde cada grado de calor cuenta.
3. Armar bolsas de agua caliente o calentar piedras envueltas para conservar calor.
Utilizar bolsas de agua caliente o piedras calentadas y envueltas es una estrategia ancestral y efectiva para conservar el calor en ambientes fríos. El principio detrás de esta técnica se basa en la capacidad de ciertos materiales —como el agua o las rocas— de acumular calor (esto se llama “capacidad térmica”). Una vez calentados, estos elementos retienen la temperatura durante varias horas y la liberan de forma gradual, actuando como “radiadores portátiles”.
Cuando se colocan cerca del cuerpo o en sectores estratégicos del ambiente (debajo de una manta, en los pies de la cama o junto al asiento), ayudan a mantener una sensación térmica estable sin consumir energía. Las piedras, especialmente las de río o volcánicas, absorben calor con facilidad y lo sueltan de manera lenta y segura si se las envuelve bien. Es importante usar trapos gruesos o fundas para evitar quemaduras y prolongar el efecto cálido. Esta solución, simple y milenaria, puede hacer una gran diferencia en hogares donde cada fuente de calor cuenta.
4. Vestir en capas: una estrategia más eficaz que una sola prenda gruesa
Vestirse en capas es una de las estrategias más eficientes para conservar el calor corporal, incluso más que usar una única prenda muy gruesa. Cada capa actúa como una barrera que atrapa el aire caliente cerca del cuerpo, generando distintos niveles de aislamiento térmico. Este aire atrapado entre las prendas se calienta con el calor corporal y, al no circular, forma una especie de “acolchado térmico” natural que mantiene la temperatura estable por más tiempo.
Además, esta técnica permite regular mejor el abrigo según los cambios del ambiente: si el cuerpo entra en calor o si se va a salir al frío, se pueden quitar o agregar capas fácilmente para evitar sudar (lo cual enfría el cuerpo si se moja la ropa). Lo ideal es combinar una capa base que mantenga la piel seca, una capa intermedia que conserve el calor y una externa que bloquee el viento o la humedad. Usar varias capas no solo es más efectivo, también ofrece versatilidad y confort sin necesidad de invertir en ropa costosa.
El crudo frío del invierno y una oportunidad única
Pasar el invierno no debería ser un acto individual, sino una oportunidad para reforzar la solidaridad. Compartir saberes, recursos, abrigo o incluso un plato caliente puede tener un gran impacto en quienes nos rodean. Cuidarnos del frío, en comunidad, es también un acto de resistencia.
Afrontar el invierno no siempre es fácil, pero con ingenio, compromiso y apoyo mutuo podemos encontrar formas efectivas de protegernos y hacer frente a los desafíos que el frío impone. Porque ingeniárselas con lo que se tiene también es una forma de construir bienestar.