El silbato de la Locomotora Castro, hoy se fusiona con el resonar de las campanas de un ring de boxeo. Ambas, en sus esencias, son titanes. Pero hoy, ese motor de hierro y vapor me evoca un corazón distinto, uno de carne y hueso, forjado con la misma resiliencia indomable: el de Alejandra "La Locomotora" Oliveras .
Cuando pensamos en la Locomotora, recordamos su imponente figura avanzando con una fuerza inquebrantable. Cada chirrido de sus ruedas, cada bocanada de humo, era una declaración de propósito. Alejandra, con cada golpe, cada round, cada combate, ha encarnado esa misma persistencia. Su carrera en el boxeo no fue un camino fácil; estuvo llena de desafíos, de golpes recibidos y de batallas ganadas y perdidas. Pero como la locomotora que atraviesa tormentas y supera desniveles, Alejandra siempre siguió adelante, con una voluntad inquebrantable.
Hubo épocas duras para la Locomotora, cuando el óxido mordía sus entrañas o alguna avería la dejaba varada. Alejandra, lamentablemente, conoció de cerca lo que significa el dolor y la dificultad, enfrentando en su vida la sombra de la violencia de género . Esa experiencia, lejos de detenerla, encendió aún más fuerte su motor interno. Como la Locomotora que siempre regresaba a las vías, cada herida y cada desafío no fueron signos de debilidad, sino cicatrices, testimonios de su increíble capacidad para sanar y volver a la lucha.
La resiliencia de Alejandra Oliveras no solo se manifiesta en su capacidad para aguantar un golpe o levantarse tras una caída en el ring. Se ve en su determinación inquebrantable para enfrentar las adversidades más profundas de la vida con la misma valentía que mostró frente a sus oponentes.
Su inmenso corazón, ese motor incansable, la impulsa a seguir luchando, a sanar, a encontrar la fuerza en cada día. Ella nos enseña que la verdadera fuerza no reside en evitar las caídas, sino en la capacidad de levantarse una y otra vez, incluso cuando el cuerpo flaquea o el alma ha sido herida.
Y es desde esa profunda resiliencia que Alejandra proclama su verdad: "Nací para ser feliz". Esta frase no es solo una afirmación; es el manifiesto de un espíritu que, a pesar de todo, elige la luz, elige la vida y elige la felicidad. Hoy, aunque su cuerpo esté librando nuevas batallas, el espíritu de "La Locomotora" Oliveras y la memoria de nuestra locomotora de acero se entrelazan para recordarnos que con resiliencia , el camino siempre continúa. Alejandra, como su apodo lo indica, nos inspira a creer que la persistencia, la fe y el deseo de seguir adelante son los verdaderos pilares para superar cualquier obstáculo que la vida nos presente.
FUERZA!